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El mito de la solidaridad familiar

Un estudio ve dudoso que las transferencias económicas de hijos a padres hayan tenido trascendencia en la crisis

Durante esta interminable etapa de crisis económica ha sido un lugar común que España ha logrado soportar la creciente pobreza sin que se produjera un estallido social gracias a la solidaridad familiar, a tantos abuelos y padres que han sustentado con sus magros ingresos a hijos y nietos sin empleo ni recursos. Sin embargo, un informe publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) y titulado «Solidaridad intergeneracional en época de crisis: ¿mito o realidad? siembra serias dudas sobre esa conclusión tan generalizada.

En el estudio, Marga Marí-Klose y Sandra Escapa, de la Universidad de Barcelona, concluyen que «hay una enorme distancia entre el relato sobre la solidaridad intergeneracional que se ha construído en la crisis y las evidencias de que disponemos sobre la magnitud de esas ayudas económicas y su relevancia como colchón frente a la vulnerabilidad». En relación con esto, ambas autoras aseguran que, en el caso de «transferencias económicas entre padres e hijos que viven en hogares distintos, es dudoso que hayan tenido una trascendencia significativa como mecanismo de protección frente a la exclusión social; por un lado, por su escasa incidencia, por otro, porque vienen condicionadas por las necesidades de los beneficiados, pero también por las posibilidades de los donantes». No hay que olvidar al respecto que muchos de los necesitados cuentan con padres o abuelos, según el caso, con pensiones ciertamente escasas.

El informe precisa que «los hijos que más se benefician son aquellos que han visto mermado su nivel económico, ya sea por desempleo o por una ruptura familiar; pero, a su vez, los que más se benefician son aquellos cuyos padres cuentan con niveles altos de ingresos», una ayuda que no pueden prestar los que andan cortos de recursos.

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