El dinero —es decir, quienes lo poseen— es miedoso y busca la seguridad, sobre todo en tiempos turbulentos como los actuales. ¿A dónde se está marchando toda la enorme cantidad de capital que en las últimas fechas huye de la Bolsa? Pues lo dicho, a zonas cómodas. Los economistas José Carlos Díez y Vicente Pallardó coinciden en que el destino principal es la deuda soberana de países como Alemania, Estados Unidos y Japón, considerados como un valor seguro. Tan es así que estos inversores están dispuestos a pagar por tener cobijado ahí su dinero, como prueba el hecho de que alguno de ellos estén ofreciendo intereses negativos.

Otro refugio, ya clásico, es el oro, una de las escasas materias primas que no se está depreciando en estos momentos. Pallardó, por su parte, añade otros dos destinos. Por un lado, el mercado del arte, que está experimentando una revalorización con la llegada de capitales. Por el otro, el sector inmobiliario de determinadas zonas. Por ejemplo, la capital británica, Londres, cuyo centro histórico está considerado como una inversión que es casi imposible que se deprecie.