Las secciones de crédito de las cooperativas agrarias de la Comunitat Valenciana entraron en su conjunto en 2015 en pérdidas, debido a la negativa evolución que registraron las diez entidades que existen en la provincia de Castelló. El Anuario de 2015 del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) deja constancia de que las 44 secciones de crédito de la autonomía registraron en ese ejercicio unos números rojos de 476.000 euros. No obstante, las cinco que hay en Alicante ganaron en total 35.000 euros y las 29 de Valencia, 1,46 millones, mientras que las castellonenses tuvieron pérdidas por valor de 1,97 millones, tras apuntarse 2,46 millones en números rojos de forma extraordinaria.
El presidente de la Confederación de Cooperativas Agrarias de la Comunitat Valenciana, Emili Villaescusa, explicó ayer a este diario que los malos resultados castellonenses no obedecen a que sus secciones de crédito estén en crisis, si no a que se vieron obligadas por el IVF a provisionar los riesgos „es decir, las pérdidas„ que arrastraban las cooperativas agrarias a las que pertenecen. Según Villaescusa, el Instituto Valenciano de Finanzas les dio tres años de plazo para realizar esas dotaciones, pero las entidades optaron por formalizarlas en un solo año. Así que «esperamos que en 2016 las cuentas de resultados vuelvan a la normalidad». En 2014, las 44 ganaron 1,74 millones: 125 las alicantinas, 81 las castellonenses y 1,53 millones las valencianas.
Las secciones de crédito, como explica Villaescusa, «nacieron para organizar la actividad económica de su respectiva cooperativa». Entre otras, su misión consiste en realizar préstamos de cosechas, atesorar depósitos de los socios y adelantar pagos. Aunque en número son muchas, su peso en el sistema financiero es testimonial, dado que en conjunto acumulan unos activos de solo 322 millones de euros, 82 de los cuales corresponden a una solo entidad, la de Carlet. Aunque, como admite Villaescusa, «alguna sección de crédito se ha escapado en ocasiones y ha realizado operaciones fuera de su misión fundacional», lo cierto es que carecen de «capital suficiente». De hecho, su inversión crediticia es muy reducida „tan solo 77,9 millones„, mientras que la mayor parte de su actividad está concentrada en los depósitos de su clientela, es decir, sus socios, con 242 millones.
Pese a la reciente actuación del IVF sobre las secciones castellonenses, hace tiempo que las administraciones no ponen su mirada en la reordenación de este subsector. Durante la etapa del PP en la Generalitat se produjo un primer proceso de concentración forzado que redujo el número de estas entidades y propició que no surgiera ninguna nueva. «Las que funcionaban bien siguieron adelante y son las que se mantienen ahora», explicó ayer Villaescusa, quien recordó que, después de aquel proceso, «hubo otro intento» por parte de la Generalitat «que se paró» cuando el Gobierno inició las primeras tentativas de reestructurar el sector de las cajas rurales.
Cooperativas de crédito
Fue una de las condiciones del rescate bancario español por parte de Bruselas, pero la prioridad de las cajas de ahorros y la interinidad política han demorado este proceso, que el Ministerio de Economía ha retomado una vez confirmado en el cargo Luis de Guindos. El proyecto inicial trataba de forzar la unión en uno o dos grupos del atomizado sector cooperativo. La mitad de las sesenta cajas rurales de España son valencianas, si bien no llega a una decena las que siguen independientes, dado que otras dos decenas están integradas en el grupo cooperativo Cajamar. Los cambios, ahora, van en la línea de mejorar el gobierno corporativo y mutualizar riesgos. Queda por ver si esa será la vía para forzar la proyectada concentración.
