Tan lejos como en la cafetería del aeropuerto de Manises de la conocida franquicia norteamericana Starbucks, se puede pedir hoy un zumo natural recién exprimido a un precio nada desdeñable. Hasta aquí, nada extraordinario, lo que sí resulta cuanto menos sorprendente es que en los estertores de la campaña local, a escasos kilómetros, quizá sólo metros del campo de naranjas más próximo, los cítricos de los que se saca el jugo -Valencia-Late, para más señas- procedan de la otra parte del Mediterráneo, de Egipto.
Fuentes del Comité de Gestión de Cítricos (CGC) -la asociación que aglutina a los principales exportadores privados españoles- se esforzaban por tratar de encontrar una explicación pero, más allá del caso puntual, enmarcaban tal hecho en la «agresiva política de precios» que los exportadores egipcios vienen aplicando en los últimos años que está «desplazando en cada vez más ocasiones a la naranja española, que es incapaz de competir a ésos niveles y con ésos costes».
Precios en destino
Las valencia-late que en origen se pagan al agricultor valenciano a entre 0,30 y 0,50 céntimos/kg llegan de Egipto a ése mismo precio pero en destino, es decir incluyendo los costes de manipulación, transporte y comercialización.
Y tal cosa se evidencia con mayor crudeza en las naranjas de menor exigencia, calibre y condición externa (pero alto contenido en zumo), que suelen ser las que se dedican a suministro para este tipo de cafeterías. «La franquicia exigirá unos precios estables, bajos pero regulares y en el último tramo de campaña se ha producido un fuerte repunte de los precios en origen con lo que es factible incluso que les pueda salir más rentable traerse a Valencia desde allí las naranjas que adquirirlas aquí, que están ya comprometidas», explicaban las mismas fuentes.
La cuestión, sin embargo, sobrepasa con creces la anécdota y revela un evidente episodio de competencia desleal, tanto desde el punto de vista de los costes de producción -infinitamente más bajos en el país musulmán-, como sociales -una hora aquí se puede pagar como casi un jornal allí-, como incluso monetaria -la fuerte devaluación de la libra egípcia frente al dólar ha favorecido sus exportaciones- como especialmente fitosanitaria.
Distribución europea
«La distribución europea nos obliga a ser cada vez más restrictivos en el uso de fitosanitarios contra las plagas o los tratamientos de postcosecha que el sector requiere para poder prolongar la vida útil de la fruta», explican a este último respecto. Pero la «vara de medir suele ser muy estrecha cuando se trata de la producción española, la que da un servicio más regular y de mayor calidad y reduce hasta casi cero los residuos de estos productos, y muy amplia y generosa cuando puntualmente se trata de países terceros con partidas más baratas», afirman los empresarios.