El sector exportador valenciano, que ha arrancado 2017 con dudas, afronta un nuevo problema. Argelia, mercado estratégico por proximidad y crecimiento de su población, acaba de levantar barreras comerciales. Así quedó patente ayer en una jornada de la Cámara de Comercio, en la que varias empresas expusieron sus experiencias.
Según Vicente Mompó, responsable de internacionalización de la Cámara, la caída continuada de los precios del gas y del petróleo (dos tercios de las exportaciones argelinas) les ha hecho pasar de una balanza comercial de superávit a un déficit galopante. En este contexto de reducción de divisas, se han ha paralizado las importaciones.
La aparición de barreras, en forma de creación de licencias de importación previa, es una mala noticia para la C. Valenciana. Argelia es el octavo destino de productos valencianos, con 610 millones en 2016. El segundo mercado extraeuropeo, tras EE UU. Casi un tercio son productos cerámicos, y taninos y colorantes. Dos mil empresas valencianas exportan a ese país.
Desde 2016, todas las importaciones están sometidas a licencia de importación previas, que pueden ser automáticas o no automáticas. Esto está afectando especialmente a los productos cerámicos, y también se ha prohibido la importación de cemento, así como la de alimentación mármol y granito o chocolates.
En este contexto, las exportaciones valencianas han empezado a caer: un 8,2%, concretamente, en los primeros meses de año. Sin embargo, el mercado argelino continúa siendo muy atractivo para los que están allí. Pinturas Isaval anunció recientemente la apertura de una planta de producción. Ayer, en la jornada celebrada en València, Montó Pinturas trasladó que el mercado está funcionando bien y quiere exportar al país africano su modelo de negocio, que aquí ya cuenta con más de un centenar de puntos de venta.
Dulcesol: a Colombia y Uruguay
Otra firma valenciana que está cumpliendo sus expectativas allí es Dulcesol, que cuenta con una planta en Orán con dos líneas de producción. Según José Vicente Castell, responsable de desarrollo internacional de la compañía, la inversión «está muy asentada», con 125 empleados, y con toda su producción apenas puede abastecer el mercado local. Desde esa plaza se exporta a Túnez, pero casi el 95% de las operaciones se destinan al mercado local.
Dulcesol, en todo caso, sigue buscando mercados para elevar la cuota exterior (sus ventas internacionales superan los 46 millones, un 14,5% del total). Y más allá de Europa, los mercado de Medio Oriente son vistos con buenas perspectivas. Según explica Castell, Arabia Saudí, Omán y Emiratos Árabes son mercados a futuro, donde están entrando poco a poco. Irán, como ya contó este diario, puede ser uno de los nuevos mercados en que entren este año, aunque aún no hay operaciones allí.
Fuera de esta región, los objetivos de la firma de Rafael Juan pasan también por aumentar las ventas en China e intentar posicionarse en Iberoamérica. Ahora mismo, la empresa de bollería ya realiza algunas ventas en República Dominicana, Puerto Rico, Chile o Cuba, pero quiere ir a más. «Es nuestra gran asignatura pendiente». En este sentido, están buscando un distribuidor local para desembarcar en Colombia y Uruguay y comenzar a tener presencia sólida en ese continente.
