Visto lo que se oye y lo que se lee, da la sensación de que en la fiesta no se puede ser «monumentalista» y «falleramayorista». Como que existe un rechazo mutuo: al que le gusta la falla desprecia lo peineta con saña y el peineta acérrimo no parece tener otro horizonte que el espolín, sin importarle prácticamente nada lo que se planta y quema.

Afortunadamente, excepciones como Paqui Castelló reconcilian con el mundo. Porque antes de estar en entre las trece elegidas ha sido carabina habitual de su hermano Salva, de Juanjo Medina, Juan Pedro Collado, Ampa Díaz y de Angel Romero. Que, para quien no lo sepa, forman el impenitente grupo «Tot Falles», que dedica horas y horas a contemplar y fotografiar fallas, tanto en los talleres como ya en la calle. Y uno de cuyos retos anuales, al que ella se ha sumado en no pocas ocasiones, es ver todas las fallas que se plantan en la ciudad durante los cuatro días que están vivas. Más las hogueras, las fallas de Elda y todo lo susceptible de ser satírico e inflamable.

«Me gusta muchísimo la vida de una comisión, el ambiente del casal, pero salir a recorrer la ciudad viendo fallas, una tras otra, también es una experiencia maravillosa». Y la explicación es «que las fallas son una forma de vida para muchas personas, incluyéndome a mi». Recuerda la infancia en la que, con su hermano hacía fallas con cajas de galletas o haber pisado talleres falleros de la mano de su tío.

Con su elección, la corte de honor se reconcilia con los Poblats al Sud. Era el sector que más años llevaba sin tener un lugar en el salón de la fama. Desde que, en 2009, Amparo Gallardo lo llevó al Saler. Paqui es de Pinedo, de la falla del centro del pueblo, de Mosen Josep Cuenca. Y las cosas tienen su momento. «El año pasado ya me presenté para ser fallera mayor de mi comisión, pero salió elegida otra». Ese año habría reinado en el pueblo en todos los ámbitos, porque también era la Clavariesa de las Fiestas de la Purísima. Pero en el último ejercicio sí que lo fue, con, además, su hermano de presidente. «Esto te demuestra que las cosas tienen un porqué. El destino ha sido generoso conmigo».

Los hijos de la pedanía son valencianoparlantes por definición. Paqui habla, piensa y se supone que sueña. «El castellano lo tengo que traducir mentalmente y la verdad es que me siendo mucho más cómoda en valenciano».

Pinedo es de lo más al este de la ciudad, la zona más castigada por el temporal de los días 18 y 19 de marzo. Y esto provocó un regicidio en toda regla. «El día de San José la falla sufrió destrozos. Sobre todo, la figura de la Exposición del Ninot. Era un ninot de los reyes de España y Felipe había sido decapitado. Me puse a llorar desconsoladamente porque le tengo mucho aprecio a todo lo que es monumento fallero». Y de la «cremà», mejor ni hablar. «Nunca necesitamos bomberos, pero esta vez sí que tuvieron que venir. Nos impidieron disparar castillo y no se dejó quemar la falla infantil. Hubo que meterla dentro de la grande y, todo junto, prenderle fuego a las tres de la mañana».