Tiene doce meses para convertirse en un rostro popular en la vida valenciana. Alicia Moreno, cargada ya de experiencias en la vida, afronta su año más especial con la sonrisa puesta.

Después de infinidad de entrevistas ya conocemos su biografía fallera. ¿Qué nos puede contar de la biografía de Alicia Moreno?

Pues que estudié en el Colegio Público Cavite y después fui al Instituto Isabel de Villena. A la orilla del mar. Luego estudié Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones en la Universitat Politècnica, en la Escuela Superior de Gandia. Después me puse a trabajar en el sector textil y, teniendo en cuenta que me pilló toda la crisis de las telecomunicaciones, no pude acceder a un empleo, por lo que seguí trabajando en lo que había empezado. Estuve en una tienda y luego me promocionaron a Visual Merchandiser.

Valencia, Gandia, Madrid... su vida ha sido de trotamundos.

La verdad es que sí. Estuve en Madrid, en un piso alquilado, hasta hace poco. Después me asignaron también la zona de Alicante y fui cambiando.

En medio de ese trajín, ¿qué cosas hace por las que valga la pena perder una, dos o las horas que sea?

Aunque suene tópico... estar en la falla. Es mi espacio, está la gente que aprecio y donde me siento a gusto. También, cuando tengo tiempo, me gusta salir a correr por el paseo marítimo. Nunca he participado en una carrera porque no es eso lo que persigo. Corro media horita para desconectar, con mi música...

Permítame que le diga que, entre parabien y parabien, se ha dicho de usted que da en "fría". Que le falta ese punto de extroversión habitual en una fallera mayor.

No se me conoce del todo y hasta ahora se me ha visto en unas situaciones muy especiales: en pruebas donde me estaba jugando la ilusión de mi vida y donde, inconscientemente, eres más prudente. De verdad que son más extrovertida de lo que pueda haber parecido.

¿Es usted "frikifallera", "frikipeineta"...?

Me gusta mucho, pero sin obsesionarme. Sí que conozco muchas cosas de falleras mayores y cortes de honor, de indumentaria... pero moderadamente. Cada uno lleva la pasión por la fiesta a diferentes términos. A mi me gusta eso y el resto de aspectos de las fallas, como he demostrado en todos estos años.

Usted responde a ese estereotipo, cada vez más extendido, de fallera mayor ya metida en el mercado laboral, que además se paga buena parte de lo que usted denominaba "ajuar".

En mi falla ser fallera mayor funciona por antiguedad y como yo entré con ocho años tuve tiempo para preparármelo porque había que esperar. No quería que recayera todo el gasto en mis padres. Si me hubiese quedado en la corte de honor, y ahora como fallera mayor, quería ayudarles económicamente. Es mi responsabilidad.

Siendo fallera mayor con 29 años y de Valencia con 30, ¿estuvimos a punto de perderla?

En absoluto. Habría sido de mi falla ya fuera con 30, con 32 o con lo que fuera. Era la ilusión de mi vida desde que fui infantil en 1997. Era, de alguna forma, la culminación de mi vida fallera. Lo que no esperaba es que luego llegara esto.

A usted le cose una modista, Roser Martínez. ¿Cómo afrontará los ofrecimientos de trajes que le van a llover?

Con la cabeza fría. Estoy muy contenta con mi modista y esas decisiones serán muy meditadas.

Tendrá que pedir una excedencia en el trabajo, pero supongo que entender que se deja de trabajar por ser fallera mayor de Valencia no siempre es fácil.

Voy a tener que explicar muchas cosas. Mis jefes son de Madrid y ya he tenido que contarles el porqué de todo el proceso de elección, igual que tuve que explicar lo de fallera mayor de mi comisión. ¿Mi futuro?. No tengo miedo, para nada. Este año me debo a mi cargo, a Valencia y a los valencianos.