Andrea Munera es una de las primeras jóvenes que tendrán el privilegio de devanarse los sesos durante el mes de agosto pensando en lo que vendrá en septiembre: como mínimo, dos semanas de pruebas en busca del sueño de ser, por lo menos, de la corte de honor y después, lo que venga.

De las candidatas que ayer estrenaron el posado organizado por la Junta Central Fallera destacaba por su estatura. 1,72 metros sin tacones «y teniendo en cuenta cómo son mis padres, aún debería ser más alta». Pertenece, desde que las ecografías indicaron que era niña, a la falla Arquitecto Alfaro-Francisco Cubells, que hace apenas dos años ya dejó en el cargo, durante doce meses, a una excelente Amparo Lloret. Andrea es óptica optometrista y ahora está enfrascada en los estudios de audiología protésica. Fue mini-fallera mayor infantil «en el año 2000 con seis años, aunque me acuerdo de todo» y presidió las pasadas fiestas gracias a la suerte: «éramos dos candidatas y gané el sorteo».

Un reinado feliz, aunque el último día se le complicó. «Empecé a sentirme mal en la Ofrenda y pasé la noche de la "cremà" con 40 de fiebre. ¡Pero en la calle! Ví quemar la infantil y la grande... aunque nos tocó a las cuatro de la madrugada». No sólo de fallas y de óptica se puede vivir. «Me encanta la astronomía. Tengo un pequeño telescopio que siempre miro en el chalet. Y más de una vez he subido a Aras de Alpuente a ver algún fenómeno interesante».

Otra afición al otro lado de la galaxia: «me gusta tocar el bajo. Me encanta el rock de los ochenta». Y otra, casi en los confines opuestos del universo conocido: «desde este año estoy en el grupo de baile Santa Bárbara».