Si el año pasado intentó dejar su sello con un final de dos pisos, en la mascletà de ayer Gironina apostó tres finales unidos consecutivos. La sensación es que reservó mucha pólvora para los instantes decisivos y, a tenor por la respuesta del público, a pocos les importó que sacrificara los primeros minutos con un disparo más sencillo, pero en la que emergieron varias veces los colores de la senyera.

El disparo de Gironina (Pedralba) se puso en marcha con cuatro principios, seguidos por un rodal vertical, aéreo y terrestre para dar paso al grueso de la mascletà, según explicó el encargado de la empresa, Avelino Mollá. «Después hemos ido de menos a más hasta llegar al terremoto, al bombardeo y a un final digital que ha durado unos 30 segundos», dijo.

En total, 113 kilos de material reglamentado, de los que un 30 por ciento se reservaron para el final. «Lo que más me ha gustado en la ejecución ha sido el final porque era más complicado. El digital siempre puede fallar», recordó.

De hecho, Eduardo Cunillera, propietario de Gironina, aseguró que diez minutos antes de la mascletà estaban «preocupados» porque detectaron un par de fallos, aunque finalmente el resultado fue «perfecto» como esperaban que saliera. «No ha fallado nada. Ha habido un poco de tradicional al principio y, hacia el final, el digital, para dar más ritmo», aseguró el gerente de la pirotécnica. «Hemos mezclado lo tradicional con lo digital y el final ha sido más intenso que otras veces. Nos ha gustado mucho», enfatizó.

En cuanto al uso de la senyera, Mollá explicó que en un recurso habitual de Gironina: «Es característico de nuestra empresa. El año pasado también lo usamos. Es nuestra marca de empresa».