No existe un programa informático que, introduciendo las variables, permita conocer sin margen de error qué falleras de las 73 seleccionadas serán las agraciadas con un puesto entre las privilegiadas. Ese proceso está lleno de variables e intangibles. Así que Lucía Pons, como todas las demás, tendrá que esperar a la lectura del acta en la Fonteta para conocer el resultado, aunque forme parte del grupo de investigación de ingeniería Informática de la Universitat Politècnica, donde estudia también el tercer curso del grado para seguir una costumbre de casa. «Soy de una familia de informáticos».

Y también es fallera de Blanquerías, cuya actuación en la preselección fue redonda. Doblete con ella y con María Burriel. «Me hace mucha ilusión que lleguen las preselecciones, pero también el poder estar en la final con ella después de todo el año juntas. Acabaremos el reinado juntas hasta el final».

Blanquerías es una comisión pequeña, pero con una enorme visibilidad. Y pertenecer a ella, después de años de vaivenes en su historial, es por algún motivo fundado. «Antes fui de otra comisión, de la que fui fallera mayor infantil con siete añitos. A Blanquerías llegué hace dos años a través de Gloria». El irresistible poder de convocatoria de la presidenta «rosa», «como mi año de fallera mayor. Me he encontrado en Blanquerías con una falla sobre todo familiar, con posibilidades de trabajar por ella. Además, mi padre es originario del Barrio del Carmen, por lo que se juntaron todos los factores para llegar aquí. Y el año pasado surgió la oportunidad de ser fallera mayor y ni me lo planteé: si soy fallera, ¿cómo no querer ser fallera mayor?». Y con posibilidades de vivir en primera fila acontecimientos y momentos con los que sueña cualquiera que ostenta ese cargo. «Por ejemplo, tengo una foto que vale su peso en oro: el día de la Crida de la Humanidad, las falleras mayores de València que fueron invitadas pernoctaron en nuestro casal. Poder compartir ese momento histórico con ellas...». Buen año, buenos momentos a los que les quedan todavía uno para poder redondear.