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El granero de Valencia

Presentamos la extensa publicación sobre el conjunto de Los Silos de Burjassot aparecida en 2005, que pone de manifiesto la importancia histórica de este monumento originario del siglo XVI, propiedad del Ayuntamiento de Valencia, y que sirvió de almacén de trigo del «cap i casal» hasta 1907.

El granero de Valencia

Los Silos o Les Sitges de Burjassot son todo un símbolo de esta población. De hecho la «Agrupació Musical Les Sitges» lleva su nombre e incluso aparecen mencionados en alguno de los poemas de uno de sus vecinos más ilustres, Vicent Andrés Estellés, que en vida llegó a preocuparse por su estado de conservación. Es por ello que a continuación reseñamos una de las publicaciones más destacadas sobre el monumento y veremos el porqué de su importancia.

Diversos trabajos

La publicación de diferentes estudios sobre un monumento, como sucede en este caso, es indicativa del interés que despierta éste tanto en la sociedad como entre los investigadores, lo que sin duda contribuye a su preservación y acabará llevándolo de forma irremediable a su restauración y puesta en valor. De hecho, este conjunto ha sido objeto en las últimas décadas de destacadas monografías, fruto de exhaustivos estudios, que se complementan entre sí. El primero de ellos es el de Roberto Blanes, «Los Silos de Burjassot (1573-1600): un monumento desconocido» de 1987, que se centra en la primera gran fase de la construcción del edificio a finales del siglo XVI.

En segundo lugar, el de Luis Manuel Expósito Navarro, «Los Silos de Burjassot: El granero de Valencia» de 2005, objeto de esta recensión, que también trata el resto de la historia de la construcción hasta finales del siglo XX.

Y en tercer lugar, un estudio más reciente que se centra en sus sistemas constructivos, la evolución de sus estructuras y su estado de conservación, publicado en 2013 por los doctores y profesores de la Universitat Politècnica de València Manuel Jesús Ramírez Blanco y Jaime Llinares Millán junto con Ana Valls Ayuso, que ha dado lugar a la tesis doctoral de ésta, leída el pasado mes de mayo.

Además este novedoso trabajo académico apunta futuras líneas de investigación e interesantes aportaciones sobre el conjunto, como que las prospecciones realizadas con georradar han permitido localizar 48 silos de los 41 que actualmente conservan su boca de entrada o que la construcción necesita una mayor estanqueidad en el pavimento del patio para evitar que la infiltración del agua de lluvia acabe por comprometer su integridad estructural.

El libro

Como recoge el prólogo de «Los Silos de Burjassot: El granero de Valencia», firmado por la prestigiosa doctora y profesora en Historia del Arte de la Universitat de València, Mercedes Gómez-Ferrer Lozano, el autor «se adentra concienzudamente en el intrincado proceso que llevó a la gestación de este monumento», en los protagonistas de la arquitectura valenciana de fines del siglo XVI y del XVIII, en los que se llevaron a cabo. Y realiza una rigurosa investigación documental en el Archivo Municipal de Valencia e interpretación de la historia del edificio, desde los inicios de su construcción hasta finales del siglo XX.

El libro, de gran formato, que realiza un pormenorizado estudio de los avatares de esta muestra poco conocida de la arquitectura civil valenciana, se divide principalmente en dos partes. La primera se centra en la construcción primigenia del edificio y va desde su posición dentro del contexto europeo, pasando por los antecedentes económicos, sociales y de abastecimiento de trigo que motivaron su implantación; la primera fase de las obras que se divide en dos períodos de 1573 a 1575 y de 1578 a 1591. Y por último, las consecuencias positivas que tuvieron, como fueron la mejora de caminos, la estabilidad en el precio del trigo a pesar de las malas cosechas y la estabilidad social debido a que, según Expósito Navarro, «el gobierno de la ciudad pudo evitar en general los problemas derivados de la crisis de subsistencia».

En la segunda parte, se tratan los distintos períodos en los que se acometieron obras en el conjunto como «la reforma global» principalmente del siglo XVIII llevada a cabo entre 1703 y 1806, en la que en diferentes etapas interrumpidas se construyeron nuevos silos, se realizaron obras de reparación y mantenimiento en ellos, en el muro perimetral y en el almacén de dos alturas, así como se amplió progresivamente el enlosado del patio hasta que quedó completado en 1788. En último lugar, se llevaron a cabo obras destinadas a la adecuación de la terraza como espacio lúdico y mirador privilegiado de la huerta de Valencia. Ya entrado el siglo XIX, se realizó la construcción del tercer acceso al patio, desde la plaza de Emilio Castelar y la del Rei Jaume I.

En esta parte también se tratan las circunstancias y obras acaecidas a lo largo del siglo XX como el final de su utilización como granero de Valencia en 1907, su alquiler a particulares en las primeras décadas de esta centuria, su cambio de uso, la implantación en el almacén de dos alturas de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Burjassot, su función durante la Guerra Civil (1936-1939), el proceso que dio como resultado la cesión al Ayuntamiento de la población del edificio en 1975, las últimas reformas y la declaración en 1982 del como Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional. Además esta segunda mitad, se cierra con el análisis de los elementos que componen un silo.

Por tanto, estamos ante una obra interesante, documentada y de obligada lectura, capaz de transmitir a todos los interesados en Los Silos de Burjassot, la importancia histórica de este conjunto.

El monumento

Los Silos de Burjassot constituyen un recinto amurallado cerrado con paramentos de mampostería, rematado superiormente por un banco corrido y que alberga más de cuarenta depósitos de grano de trigo vacíos, sobre los cuales se genera un patio elevado al exterior denominado de Sant Roc en el que se encuentran las bocas de cada uno de los silos. Este monumento es de planta trapezoidal sensiblemente cuadrada con pendientes hacía sus tres fachadas NE, SE y SO, en las que el pavimento de losas de piedra presentan un sistema de recogida de aguas pluviales a través de diferentes canales que desaguan mediante gárgolas de escaso vuelo, ubicadas en estos tres alzados.

En el centro del patio se ubica una cruz que es réplica de la original del siglo XVI y en el lado NO se encuentra la Ermita de Sant Roc, un pozo y otras dependencias anexas como la Casa dels Barrons o el antiguo almacén de dos alturas. Actualmente se pueden apreciar desde el exterior 41 depósitos de grano de trigo, con sus bocas cerradas por tapas circulares redondeadas conocidas como «pilons» -que aparecen numerados y con su capacidad en cahíces de trigo -. Estos silos están excavados en el terreno, de tipo limo-arcilloso idóneo para este fin, con forma de ampolla y revestidos generalmente con mortero, como indica Valls Ayuso en su tesis.

Los Silos, que se encuentran ubicados en el centro urbano de la población junto al ayuntamiento, quedan delimitados en el sentido de las agujas del reloj, por la plaza Concepció Arenal, la de Emilio Castelar, la del Rei Jaume I, la avenida Màrtirs de la Llibertat, donde se encuentra el acceso al almacén inferior de 1771, y la plaza Sant Roc, donde se halla su acceso original.

Su función era la de lugar principal de almacenamiento del grano de trigo para garantizar el abastecimiento en la ciudad de Valencia y su área de influencia, que en muchas ocasiones resultaba insuficiente, así como regular el precio de mercado de este cereal. Ésta construcción se realizó ya que el Almudí de Valencia, de menor tamaño, no tenía bastante capacidad para este fin, y como complemento a las Atarazanas del Grao, poco adecuadas para su permanencia durante largo tiempo del trigo venido por mar al Puerto, que principalmente procedía de Sicilia.

La construcción de la parte fundamental de este conjunto fue realizada entre 1573 y 1597, según Blanes Andrés, aunque sufrió diferentes ampliaciones de nuevos silos a principios del siglo XVIII y reformas como la finalización del enlosado del patio en esta misma centuria.

En el siglo XIX las obras continuaron; entre ellas destaca el tercer acceso al bien en 1877, recayente a las plazas de Emilio Castelar y del Rei Jaume I, a través de una escalinata para dotar de «una accesibilidad mucho mayor, tanto a la ermita de Sant Roc como al propio patio de Los Silos», como recoge Expósito Navarro en su libro.

Posteriormente, durante el siglo XX, tras el final de su utilización como granero de Valencia en 1907, derivado de los nuevos usos del edificio se acometieron diversas reformas como la instalación en 1931 en el almacén de dos plantas de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Burjassot, la conexión entre sí y apertura de algunos silos durante la Guerra Civil y en 1953 la colocación de una de las portadas de la entonces recientemente derribada Iglesia de San Bartolomé de Valencia, en la puerta de la Escuela de Artes y Oficios en la avenida Màrtirs de la Llibertat.

En la actualidad, el entorno del monumento ha quedado rodeado de edificios de hasta seis alturas, a pesar del informe de finales de los años 40 del Centro de Cultura Valenciana y de la preocupación de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia por las misma fechas. De hecho esta última cursó una petición a la Corporación Administrativa Gran Valencia en 1949, que tuvo como consecuencia que se dirigieran unas recomendaciones por parte de esta entidad al Ayuntamiento de Burjassot, refiriéndose al hecho de que «la construcción de algunos edificios de gran altura en esa Villa motiva la pérdida de las vistas panorámicas y perspectivas de paisaje que venían disfrutándose desde la terraza de Los Silos de Burjasot», percepciones que lamentablemente no fueron incluidas en su planeamiento posterior por el consistorio.

A pesar de ello, hacía 1979, según Ros Andreu, se llevaron a cabo una serie actuaciones de restauración y demolición puntuales que resultaron poco adecuadas para el monumento, lo que da por finalizadas las obras que transformaron el mismo a lo largo de sus más de cuatro siglos de historia, adquiriendo de este modo una configuración muy similar a la actual.

Afortunadamente, tres años más tarde, en 1982, el conjunto fue protegido por parte del Ministerio de Cultura como Monumento Histórico Artístico de carácter Nacional. Y tres décadas después, en el nuevo catálogo de bienes y espacios protegidos de Burjassot de 2012, pendiente de aprobación definitiva en la actualidad, este nivel de protección se mantiene con la figura equivalente de Bien de Interés Cultural, quedando delimitado su entorno de protección, el cual afecta a todos los edificios con fachadas recayentes al espacio público colindante de Los Silos.

El Ayuntamiento de Burjassot, a quien está cedido el uso del monumento por parte del Ayuntamiento de Valencia desde 1975, que es la propietaria del bien, está muy concienciado con la necesidad de su conservación. De hecho, el Instituto Municipal de Cultura y Juventud desde hace décadas se encuentra muy involucrado en la difusión de su importancia, como ha demostrado a través de la edición de los estudios sobre el mismo de Roberto Blanes Andrés en 1987 o de Luis Manuel Expósito Navarro en 2005, este último motivo de este artículo. Además esta entidad viene realizando desde hace tiempo una serie de conferencias, exposiciones y visitas guiadas, en las que se ha podido acceder al interior de algunos de sus depósitos con fines culturales.

Para concluir cabe decir que a lo largo de los más de 40 municipios de nuestra comarca, encontramos monumentos que son iconos de las poblaciones en los que se asientan, como sucede en el caso de Los Silos para Burjassot. Todo ello debido a que este conjunto constituye un indiscutible patrimonio no solo arquitectónico sino también sentimental de sus ciudadanos a preservar, restaurar y difundir.

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