El calvario comenzó para los vecinos de la calle San Juan Evangelista hace dos años cuando se construyó junto a la piscina lúdica la de enseñanza. «Es a partir de ese momento cuando empezaron a masificarse las instalaciones. Ahora el ruido y la suciedad son ya insostenibles», explican los vecinos. Los residentes cuentan que han llegado a medir un ruido de 85 decibelios dentro de sus casas: «Tras los cursillos para los niños, sigue habiendo mucha gente en la piscina y, en ocasiones, es conflictiva. Yo he llegado a no poder asomarme al balcón de mi casa porque usuarios de la piscina me han increpado y tirado piedras llamándome 'mirón'». Asimismo, aseguran que algunas noches hay personas que saltan la valla y se bañan en la piscina.
m. domínguez torrent