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Fusilado por ser alcalde republicano

Salvador Fernández Ros accedió a la alcaldía de Torrent en 1936 pero fue fusilado en 1939 en Paterna tras el triunfo del bando franquista

Fusilado por ser alcalde republicano

Fusilado en el paredón de Paterna tras una sentencia dictada, sin las debidas garantías, por un ilegítimo Consejo de Guerra, que lo condenó por «adhesión a la rebelión con agravantes». Los disparos del ejército franquista segaron la vida de Salvador Fernández Ros, torrentino, chocolatero y alcalde del municipio por el partido de Esquerra Republicana, entre enero de 1936 y junio de 1937.

El fusilado, tal como cuenta su nieto, el reconocido empresario, ahora jubilado, Salvador Fernández Calabuig, era un hombre «humilde que decidió presentarse a unas elecciones para ser alcalde de su pueblo». Con el alzamiento de las tropas del general Franco, se constituyó el Comité de Salud Pública que «usurpó las competencias a la corporación». Bajo su mandato se abrió la Avinguda, se construyó la fuente frente a la iglesia de la Ermita o se taparon las acequias de Gómez Ferrer, pero con el final del conflicto llegaron los problemas para el alcalde, «que estaba convencido de que había hecho nada malo. Sólo era un alcalde republicano», asegura su nieto.

Durante el consejo de guerra, numerosos testigos declararon a favor del que fue su alcalde, como las monjas franciscanas que aseguraron que les salvó de que les expoliaran el convento o que quemarán la Ermita; o Pascual Torrent, que afirmó que la intervención del munícipe impidió por dos veces que fuera fusilado. De nada sirvieron las declaraciones. Fernández Ros fue ejecutado el 9 de diciembre de 1939 en Paterna. Allí fue enterrado en un pequeño nicho, ajeno al resto de fosas comunes. Años más tarde, en 1952, su hijo y su viuda Dolores fueron a recoger sus restos para enterrarlo en el cementerio de Torrent.

Además de alcalde, Fernández Ros era chocolatero. «En aquella época no había dedicación exclusiva. Se dedicaban a su oficio y solo iban un rato al ayuntamiento», recuerda su nieto, que cuenta que tras la guerra tuvieron que poner la fábrica a nombre de José Ros Gozalvo, un primo hermano del fallecido, para que no la expropiaran.

Con la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica en 2007, Fernández Calabuig se puso en contacto con Alfred Giner, un abogado de Villalonga, para lograr la rehabilitación del nombre de su abuelo, ya que el joven lo había conseguido con el alcalde de su pueblo. Después de varias gestiones, con viajes a Madrid incluidos, en octubre de 2010 el Ministerio de Justicia emitió una Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal del alcalde fusilado. También el Ayuntamiento de Torrent celebró hace unas semanas un pleno extraordinario para reconocer al que fuera su munícipe. Su nieto recuerda que le hubiera gustado que se hubiera celebrado la sesión en 2011, tras recibir la resolución del Gobierno, «pero las circustancias municipales de entonces lo impidieron».

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