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Educación

Última lección de infancia en Torrent

La Escuela Infantil del Buen Consejo cierra sus puertas tras 61 años, víctima de la crisis económica y natalicia y de la sobreoferta de centros - En 2012 llegó a tener tanta lista de espera como plazas matriculadas y el último curso reunió a menos de 30 niños

Una de las profesoras con un grupo de niños en un curso anterior. Levante-EMV

El curso 2015-2016 tuvo un final agridulce en la Escuela Infantil de la Parroquia del Buen Consejo de Torrent. El buen sabor de boca por el trabajo bien hecho contrastaba con la tristeza del adiós, pero en esta ocasión definitivo. Tras 61 años de actividad, el pasado 24 de junio cerraba sus puertas para siempre. La crisis económica, el descenso generalizado de la natalidad y la sobreoferta de centros similares en el municipio han golpeado los últimos años a la veterana guardería que se ha visto obligada a bajar la persiana tras haber pasado por sus aulas centenares de niños que ahora conforman gran parte de la sociedad torrentina.

La escoleta inició su andadura en plena posguerra, allá por el 1955. También se puso en marcha un centro de catequesis vinculado a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, ya que entonces la iglesia del Buen Consejo no existía. La idea era que las madres torrentinas, dedicadas a empleos tradicionales del municipio como la alimentación, pudieran dejar a sus hijos en un lugar y que a su vez los pequeños recibieran su primera formación antes de comenzar la educación primaria, situada entonces desde los seis años. Es a partir de 1965 cuando la guardería la atienden Religiosas Operarias Catequistas y voluntarias.

Con la construcción de la parroquia del Buen Consejo, la escoleta pasa a formar parte de esta y en 1974 el Gobierno le concede la calificación de ´guardería laboral´. Ante su buen funcionamiento, Salvador Biosca, el párroco de entonces, decide impulsar en 1977 la construcción de las actuales instalaciones, que fueron inauguradas dos años después. Durante todas estas décadas, la escoleta fue creciendo cada vez más. En 2002, la Generalitat le concedió el título de Centro de Educación Infantil de 1 ciclo, pasando a estar subvencionada por la administración. «Hace unos años alcanzamos los 74 alumnos, pero teníamos una lista de espera del mismo número. Cuando empezaba el periodo de matriculación había gente que hacía cola desde las 6 de la mañana para quedarse sin sitio, y aun así mucha gente se quedaba fuera», explica Vicenta Navarro, la hasta hace un mes directora de la escuela.

Pero ese techo de alumnos comenzó a descender poco a poco. «La crisis económica ha hecho mucho daño. Hay gente que no se puede permitir traer a sus hijos por cuestiones de dinero y los que están en el paro los cuidan ellos. A esto se une que ha bajado la natalidad considerablemente en Torrent y a que han ido proliferando muchas guarderías, hasta veinte hay en todo el municipio, y mucha gente por comodidad lleva a los niños a las guarderías que están cerca de sus casas», afirma Vicenta Navarro.

En el último curso, el número de alumnos de entre uno y tres años no alcanzó la treintena, pero siguieron adelante. «Poco a poco fuimos prescindiendo de personal. Este curso lo hemos afrontado con dos docentes y yo. Hemos trabajo muy duro y hemos tenido que hacer de todo, pero hemos decidido que el siguiente curso no iba a poder ser», indica la directora. El último día de curso mezcló tristeza y satisfacción. «Nos vamos con la idea de que hemos hechos un buen trabajo y hemos cumplido una misión llegando hasta donde hemos podido, pero es verdad que estamos tristes por tener que cerrar», concluye.

Abiertos a una reapertura con carácter social

El cierre de la Escuela Infantil del Buen Consejo, ubicada en la calle San Cayetano, deja sin uso unas instalaciones divididas en dos plantas que cuentan con varias aulas, patio de recreo, zona habilitada para la siesta, comedor y cocina. Según argumenta la última directora, Vicenta Navarro, el centro «está limpio, preparado y en condiciones para abrirse». En este sentido, indica que en septiembre llegará un nuevo sacerdote y deberá ser la comisión de la parroquia la que estudie qué hacer con el complejo.

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