Vicente Aparicio Tordera y un equipo de personas designadas por el Arzobispado asumió la dirección de Cides el 2 de junio de 2014, en sustitución de Giacomucci y su equipo. Según la documentación que aportan, a los pocos meses recibieron un requerimiento de la Agencia Tributaria por una deuda de un millón de euros más los intereses, derivada de la compra-venta de un terreno en Chiva que no se había declardo. Esa losa les llevó a una situación de asfixia que les hizo plantearse, hace un año, cerra. «Una ayuda de 200.000 euros del Arzobispado y un préstamo de otros 400.000 euros avalado por nosotros mismos nos permitió salir adelante», indica Aparicio. Aún pleitean ante el Tribunal Supremo para evitar pagar la multa.

El sacerdote explica, asimismo, que tuvieron que hacer frente a otras deudas menores como el impago de salarios a varios trabajadores y alguna indemnización por despidos anteriores. También afrontaron gastos no previstos como el de la elaboración de un plan de emergencias o la instalación de un sistema de osmosis para el abastecimiento de agua.

De forma paralela, el centro está inmerso en diversos procesos judiciales derivados de la anterior gestión por asuntos como la desaparición de la documentación sobre la contabilidad anterior a 2014 o la forma en que se gastó parte del dinero.

Por todo ello y una vez se ha estabilizado la situación económica del centro, Aparicio y su equipo han iniciado una ronda de contactos con ayuntamientos e instituciones para recuperar relaciones.

Hace una semana, Fernando Giacomucci anunciaba en este diario que había acudido al juzgado contra los nuevos gestores por no permitirle vivir en el centro como se estableció por escrito. Aunque los nuevos gestores no quieren «entrar en ninguna confrontación» con el anciano sacerdote, aclaran que salir de Cides para tener un piso propio en Alaquàs frente al convento donde oficiaba misa, con los gastos pagados, «fue una propuesta suya» y que «además una asamblea anuló el acuerdo anterior y ratificó que aquí no podía vivir por los problemas de convivencia que generaba con los propios residentes».