Rubi tenía razón. Lo avisó en la rueda de prensa previa al partido y anoche se cumplió su profecía. La llegada de Constantin Galca al banquillo espanyolista varió el rumbo de la eliminatoria copera entre pericos y granotas, llamada a morir en entre el aburrimiento y la intrascendencia. El aterrizaje del técnico rumano en Cornellà se plasmó en una revolución en la alineación, en la que juntó a las cuatro perlas ofensivas de la plantilla: Burgui, Asensio, Caicedo y Gerard Moreno. Con ellos sobre el césped, el encuentro fue, a diferencia de la ida, un intercambio de golpes futbolísticos en el que el Espanyol terminó proclamándose vencedor gracias a la pegada de un desbocado Caicedo.

El Levante UD no cambió ni un ápice la idea con la que encaró el torneo. Rubi volvió a dar a entrada a los jugadores con menos minutos en las piernas, pero mantuvo la filosofía de adelantar las líneas, buscar posesiones largas y terminar todas las jugadas.

Con esta bonita batalla planteada, sin la presión de la Liga atenazando a los jugadores, el partido arrancó con un ritmo vibrante. En apenas cuatro minutos, Burgui y Gerard Moreno disfrutaron de oportunidades claras para abrir el marcador como consecuencia de dos errores mayúsculos de la defensa levantinista, muy fría al inicio. Mariño, bien colocado, evitó el primero de los de Galca.

Hubo respuesta. En el minuto 7, Verza desenfundó su fusil para golpear con violencia y precisión el cuero. El alicantino transformó una falta lejana, a casi 30 metros de la portería, en un golazo por toda la escuadra. La inútil estirada de Pau sólo sirvió para adornar la diana, de una factura bellísima.

Fue un fogonazo que duró poco, porque en el 15, Burgui se inventó una jugada en la banda izquierda y combinó con Asensio. El balear, rodeado dentro del área, dibujó una pared inverosímil para que Burgui empatara los dieciseisavos de final.

Llegaron entonces los mejores momentos del Espanyol. Diop probó los guantes de Mariño con un fuerte disparo, pero el gallego salvó el segundo. La avalancha blanquiazul, que encontró en las bandas una autopista para sus hábiles extremos, empequeñeció al Levante UD, resignado a defenderse. En el 21, el minuto Jarque, Caicedo se marchó de Mariño en un mano a mano derivado de un veloz contragolpe local. El ecuatoriano, solo y a puerta vacía, perdonó.

Eso dio vida a los valencianos, que tiraron de dignidad para salir de la cueva. Poco a poco, los granotas resurgieron, con triangulaciones eficaces y dañinas incorporaciones de Iván López en ataque. No obstante, todo ello generó espacios en defensa y en un contragolpe local, Asensio rozó el tanto con un remate de talón a centro de un extramotivado Caicedo. El delantero exlevantinista forzó, en una de sus irrefrenables conducciones en los últimos minutos del primer tiempo, una falta cerca de la frontal. Mariño respondió con una notable parada al lanzamiento de Asensio.

Fue un mero aviso, porque nada más regresar del descanso, Caicedo, de nuevo, burló a toda la zaga del Levante UD para batir con un tiro seco y ajustado la meta granota. Con el gol, la emoción de la contienda, lejos de desvanecerse, se multiplicó. El equipo de Rubi se olvidó del calendario que tiene por delante y se volcó en busca del gol de la clasificación. Con la entrada de Ghilas y Traver el conjunto azulgrana puso toda la carne en el asador y el goteo de ocasiones no se hizo esperar. Roger y Traver lo intentaron antes de que, por centímetros, una falta sobre Xumetra no fuese penalti. El Levante UD acogotó al Espanyol pero no remató la faena. En el descuento, Mariño frustró el tercero de Caicedo, pero no evitó la despedida de la Copa.