Se acabó. La desintegración del mejor Levante UD de la historia culminó anoche en La Rosaleda entre lágrimas de rabia, resignación y nostalgia. El inexplicable error de Vicandi Garrido al anular un gol legal de Morales, con el que parecía abrirse un resquicio para la esperanza, descargó la última palada de tierra sobre la tumba azulgrana después de seis años repletos de instantes que permanecen grabados a fuego en la memoria colectiva del levantinismo.

Porque, antes de que Cop anotara el 2-1 a falta de dos minutos para el final del encuentro „seguro que si han seguido al Levante UD esta temporada les suena esta historia„ a más de uno le retumbó en la cabeza, y en el corazón, el rugido del Ciutat de València la tarde de aquel 13 de junio de 2010. Los imborrables goles de Juanlu, Xisco Muñoz y Javi Guerra ante el Castellón fueron el prólogo de un relato cuyo epílogo se escribió ayer a base de insultos indescifrables a un juez de línea acongojado, sobrepasado por la envergadura de las circunstancias. Y es que, aunque el descenso del Levante UD no se debe a un fallo arbitral, lo cierto es que la élite no se merece que un colegiado de Primera División cometa un error tan bochornoso como el de anoche. Ni Cuero, ni Deyverson, ni Morales estaban en fuera de juego en la jugada del 1-2. Era el tanto que, después de la diana de Cop en el minuto 30, sellaba la remontada granota y permitía resucitar el sueño de la carambola. No obstante, 30 segundos después del gol, nadie sabe aún el por qué, el juez de línea levantó la bandera y lo anuló. Un disparate.

Con ello, y antes de los dos golpes de gracia de la temporada (los tantos de Cop y de Chory Castro en el descuento), prácticamente ya indoloros, al recuerdo acudieron citas inolvidables. El empate heroico en Mestalla que supuso una permanencia impensable, la noche en la que el Madrigal ofrendó el primer liderato entre los más grandes, el gol de Koné al Madrid, los de Ghezzal y Farinós ante el Athletic para celebrar la llegada a Europa en la Alameda de Valencia, los coloridos derbis en Orriols, Juanlu deslizándose sobre la hierba de Motherwell, el triunfo en el infierno ateniense del Karaiskakis contra el Olympiakos... Incluso volvió el sabor metálico que dejó Rondón y su gol en Moscú, las felinas paradas de Keylor Navas, la resurrección de Barral y la ayuda de Iborra desde el Pizjuán para salvar los muebles.

Así, en los minutos finales de un triste Málaga 3 - Levante UD 1 que pasará a la posteridad por la descomunal cantada de Vicandi Garrido y por el regreso de los azulgrana a la categoría de plata, sobre la pantalla de los granotes desfilaron los títulos de crédito de seis temporadas de película; esa que cuenta la historia de un club destinado a morir torturado por las deudas y que al final se salva de la quiebra. Papeles importantes tuvieron los administradores concursales, Quico Catalán, Manolo Salvador, Luis García, los ocho de Oliva, Caicedo, Ballesteros, Juan Ignacio Martínez, Barkero, Koné, Iborra, Juanlu, Rubén y toda aquella guardia pretoriana que comandó un vestuario único y que, sin embargó, acabó podrido antes de que nadie lo supiese regenerar. Incluso hubo tiempo para Obafemi Martins, para Keylor, Caparros, Mendilibar, Alcaraz, Rubi y todos los desatinos de fichajes, que han sido muchos. Constantes e inequívocas señales de que algo estaba fallando.

Seis largas temporadas que anoche se escaparon entre los dedos como arena después de un curso plagado de despropósitos. La etapa más dorada del levantinismo se cerró, puede que de forma injusta, pero con la resignación del sabe que ha llegado la hora. Desde ahora, desde hoy, en Orriols se asume el reto de otro ascenso. Nadie tiene que explicar cómo se consigue. Hasta luego, Primera.