Al Levante UD Ayer, con los tres puntos en el bolsillo después de sufrir un partido feo, el tiempo de descuento apuntilló por segunda vez en tres días al equipo azulgrana, encajonado en su propio área en el tramo final del encuentro.

Leo Baptistao, uno de esos rematadores que el Levante UD tanto ha echado de menos esta temporada, remachó a la red un centro templado de Jurado en pleno cortocircuito de la defensa granota. Era el último minuto, pero nadie defendió como debía. Un reflejo de lo desnortado que anda este Levante UD, hundido en una racha que le empuja hacia la zona de descenso.

Y eso que después de un primer tiempo en el que el Espanyol se durmió con su propio dominio, lento y estéril excepto en un par de centros y una jugada de estrategia que Granero desperdició, el Levante UD estaba más que vivo en la segunda parte.

Pazzini, pícaro en el área, tuvo dos ocasiones claras antes del descanso, pero no logró concretar en ninguna. El italiano, acompañado por Sadiku, se guía por su instinto goleador nato, pero las baterías se le descargan antes que al resto.

No obstante, el cambio fue Sadiku. Un golpe con Diego López en un balón aéreo dejó a los dos fuera de juego en la reanudación. Entró por él Boateng. El ghanés, con sus carencias tácticas y técnicas a cuestas, enloqueció algo el partido ante un Espanyol plano. Ivi probó fortuna en un lanzamiento de falta que terminó en córner.

En esa jugada, Marc Navarro cometió un penalti grosero, agarrando a Cabaco dentro del área. Morales actuó como capitán, tomó la responsabilidad y puso en ventaja a los levantinistas. «¡Sí se puede!», cantaba Orriols, al lado de sus futbolistas toda la mañana.

Con la victoria a tocar, se fundieron los plomos. El Levante UD, agotado física y psicológicamente, se atrincheró dispuesto a resistir el bombardeo de centros. El gol del Espanyol era cuestión de tiempo. Llegó en el descuento, como en Vitoria, para restar los últimos puntos que deja escapar Muñiz.