El domingo 4 de marzo, cerca de las dos de la tarde, Leo Baptistao firmaba el empate del Espanyol en el tiempo añadido y Orriols enmudecía. El Levante UD estaba condenado al descenso. Sin fútbol, sin gol, sin reacción ni esperanza después de una victoria en los últimos 22 partidos, el consejo de administración se desdijo y despidió a Muñiz esa tarde. Apostó por Paco López, que se enteró de la decisión mientras viajaba con el filial, en autobús, camino de Elda.

De aquel gol de Baptistao al de Morales el lunes en San Mamés (1-3) han pasado 50 días. Tiempo suficiente para una resurrección que se antojaba imposible y que tiene su origen en la entrada de Paco López en el vestuario granota.

El técnico valenciano, de 50 años, tomó las riendas del equipo el martes 6 de marzo, después de que el presidente del Levante UD, Quico Catalán, y el director deportivo, Tito, se encerraran en la caseta con la plantilla. Unos minutos después, López iniciaba una labor «psicológica» para infundir más atrevimiento entre los futbolistas. «Quiero un Levante UD valiente», afirmó. Y ese fue el mensaje que inculcó en Buñol mediante charlas individuales. López fue «convenciendo» a los jugadores de que había que dar un paso al frente.

Llegó el partido en Getafe. Un hueso duro de la categoría y el de Silla cumplió. Planteó un partido de tú a tú, con líneas adelantadas, con Morales de segundo punta y Campaña como organizador del juego por delante de una línea defensiva adelantada. Jorge Molina y Ángel perdonaron a los azulgrana, el Levante UD superó el mal trago y fue a por los tres puntos. Coke marcó en un córner, fruto del trabajo de la semana en jugadas a balón parado.

Aquella victoria dio la vida a un equipo que no recordaba cómo se celebraban las cosas. La confianza y la autoestima entraron por la puerta del vestuario. De la «rajada» de Morales unas semanas antes se pasó a los vídeos de un grupo unido en el que todos se abrazan.

Ante el Eibar, en un partido flojo, el Levante UD se adelantó primero y supo levantarse después del golpe del empate con el 2-1, obra de Boateng. El ghanés es uno de los protagonistas de la recuperación. Su implicación le ha hecho crecer en el campo y sus goles, ante el Eibar y el Málaga, han sido decisivos. De ser repudiado por la grada ha pasado a ser más que querido. En San Mamés fue titular. Pero no es un caso aislado, porque también ha ocurrido con Cabaco, Lukic y también Coke. El vallecano aterrizó en enero y, además de su aportación ofensiva, es un líder en el campo. Podría llevar el brazalete.

Y es que, mermado por las lesiones, Paco López ha logrado multiplicar el rendimiento de futbolistas clave. La pareja de Róber y Cabaco en el eje de la zaga, la regularidad de Campaña, las apariciones de Morales y la confianza de los delanteros han permitido ver a un Levante UD que quiere la pelota, que ataca con los laterales y que lucha hasta el final por la victoria. Ahí están los goles en el descuento ante la UD Las Palmas y el Málaga.

Así que 50 días después de empatar ante el Espanyol y de la llegada de Paco López, el Levante UD ha ganado 5 de los últimos 7 partidos (entre ellos los 4 jugados en casa) ha empatado en Montilivi ante el Girona y ha caído de pie ante el Atlético. Siempre dando la cara y buscando la portería rival, disputando la posesión del balón al rival.

Ahora tiene a tiro de piedra la permanencia (el Deportivo le sigue a nueve puntos). Una resurrección que no es un milagro. Es trabajo.