Ha tenido lugar en el Camp de Morvedre una interesante proyección de cortometrajes y sesiones de debate para concienciar sobre la existencia de actitudes machistas camufladas en nuestras estructuras sociales través de tópicos arraigados en disciplinas como la publicidad, el cine o la música realizada por el Área de Feminismos de IU.

La arquitectura no debería quedar exenta de este juicio en tanto convivimos todavía en espacios cuya configuración es consecuencia de una interpretación patriarcal de sensaciones subjetivas como la eficiencia, la intimidad o el confort.

A día de hoy siguen construyéndose multitud de hogares basados en anticuados estándares que conllevan implícitamente un reparto injustificado de tareas y consecuentemente de roles al contener espacios de trabajo que resultan ineficaces al ser usados en colaboración.

La tecnología hace insostenibles hoy los argumentos higienistas para aislar ningún espacio de nuestras viviendas, y sin embargo mantenemos diversos enclaustramientos por una cuestión moral: invisibilizar las tareas que allí se desarrollan, denigrando implícitamente su dignidad.

Si mostrar el rastro de nuestra actividad doméstica dejase de ser vergonzante habríamos dado un gran paso en la consecución de una sociedad igualitaria. Los procesos en el interior de una casa están siempre en continuo desarrollo y su ocultamiento responde a una convención cultural dictada precisamente por aquellos que se presuponen fuera de la esclavitud de tener que cumplirla.

Invisibilidad e incomunicación son dos ejes a través de los cuales se sigue perpetuando la lacra del machismo en nuestra sociedad, estigmatizando tanto a espacios como a personas. El reconocimiento negado a brillantes arquitectas como Charlotte Perriand, Lilly Reich, Aino Aalto, Denise Scott Brown, y tantas otras cuya figura ha quedado eclipsada por el inmenso ego de sus compañeros no debería solo indignarnos sino impulsarnos a actuar en favor de una proyección pública mucho más justa de estos meritos e igualitaria con las oportunidades, adaptando los patrones tipológicos a las exigencias de una sociedad liberada de jerarquías de dominación patriarcal.