Se siente como si le hubiera tocado «algo más que una lotería». A pesar del polvo y de las incomodidades que genera tener obras en casa, Raquel Punter ha recuperado estos días la sonrisa al ver que, gracias a un proyecto totalmente altruista, sus hijos van a poder respirar mejor en casa, sin moho, ni el penetrante olor a humedad que se notaba nada más cruzar el umbral.

Ese visible pero silencioso enemigo había agravado la salud de Raquel e incluso la había obligado a dormir a diario con su hija en el comedor familiar. «En la habitación ya no se podía estar del olor que hacía y tampoco tengo medios para pensar en pagar a alguien para que quitara la humedad», reconocía a Levante-EMV esta vecina del Port de Sagunt de 45 años de edad.

El azar, sin embargo, hizo que acabara encontrando una ayuda inesperada cuando varias estudiantes de Arquitectura de la ciudad decidieron impulsar el proyecto teórico-práctico «Dempeus» y acabarlo de forma especial: Haciendo también tareas de albañil y reparando las deficiencias que tuviera en casa una familia que hubiera pedido ayuda a la Plataforma local de Afectados por Hipoteca. «Nos pasaron 15 casos y, de ahí, la selección se hizo teniendo en cuenta primero las patologías de las viviendas, para abordar problemas que pudiéramos resolver, y luego la situación socio-económica de los afectados», explicaba una de las impulsoras de la iniciativa.

Tras las jornadas que ya hicieron hace unos meses en el Politécnico, ahora entre 7 y 10 estudiantes de Arquitectura no han dudado en combatir las humedades en casa de Raquel de forma voluntaria. «En 2 semanas más o menos, acabaremos. Todo, gracias a la colaboración no sólo en el Centro de Cooperación de la Universidad, sino de algunas empresas, como Sika y Ramón Gimeno, que nos ceden el material gratis», apuntan.

Aunque la ONG Arquitectura sin Fronteras dirige la obra, la intención de las promotoras de «Dempeus» es lograr que el Ayuntamiento de Sagunt se decida a ofrecer un servicio similar al que han prestado a Raquel, a través de profesionales. «Seguro que muchas familias de la ciudad están en una situación similar o peor, pero no tienen medios para hacer las reformas que necesita su casa y vivir en buenas condiciones de salubridad», comentaban. Este tipo de asistencia se presta ya en otros municipios y contrasta con las ayudas autonómicas, que se dan tras hacer la obra; un adelanto imposible para muchas familias.

Con este tipo de acciones, como corroboraba la misma Raquel, el beneficio además va más allá de la mejora en el día a día familiar. «Ver a gente que hace esto de forma desinteresada te da esperanza. Yo siempre tendré coraje y rabia por haber tenido que entregar mi casa al banco y malvendiendo el bajo de mi verdulería. Pero, dentro de mis penas, esto ha sido una alegría para mí y para mis hijos», admitía.