Supongo que Mariano Rajoy, el presidente tarugo, el presidente ausente, el presidente que hace lo que le mandan, el hombre que nos gobierna, seguirá impasible, como si no hubiera habido elecciones en Cataluña y el PP no hubiera sacado la miseria de votos que ha sacado.

A Don Tancredo empieza a pasarle factura su vida de letargo, que en el caso de Cataluña ha sido de encefalograma escacharrado. No mover un dedo le ha llevado a que el grandullón Xavier García Albiol haya dado con su corpachón en unas urnas que lo han ninguneado. Supongo que Artur Mas, el hombre que se metió en líos de bandera por ver quién tiene el trapo más grande y luce más vigoroso para tapar con sus vuelos la podredumbre de su partido, de sus antecesores, y de un gobierno que recortó en sanidad, educación, y dejó los servicios sociales con el pito al aire, no moverá un músculo y no se dará por aludido ante un éxito que ha sido un fracaso.

Y a la vista está que TVE no ha movido ni moverá una silla, ni cambiará su rumbo, ni se dará por aludida ante el rotundo, inapelable, vergonzoso y humillante revolcón según los datos de audiencia de la pasada noche electoral. TVE tenía que emitir un especial, y lo emitió. Al frente, Sergio Martín-Canal 24-, tan servil, y María Casado. Apenas lograron un millón de espectadores. Enfrente, la más pequeña de las cadenas se llevó la noche. La Sexta alcanzó casi dos millones de audiencia, es decir, el doble que la tele pública. La lectura es fácil. La audiencia, y no es la primera vez que ocurre, ni en las grandes citas electorales, confía en TVE, el medio que se burla sin respeto de la misma a diario. Pero la actual dirección, como los políticos, seguirá inamovible.