El pasado día 8 de marzo me acercaba a la sede de la Federación de asociación de padres de alumnos de la provincia de Valencia (FAPA Valencia) para solicitar el libro de la Historia de este movimiento social de padres y madres. Yo como primera mujer presidenta de FAPA-V tenía interés el leer con detenimiento un libro que había sido presentado y no distribuido días antes en la Universitat de València.

Sin embargo, las personas que me recibieron en la sede de FAPA-V me negaron dicho libro, aduciendo que ellas no lo iban a distribuir, pese a que está patrocinado por FAPA y que el prólogo lo escribe la actual presidenta de la junta. Ante mi sorpresa inicial me comentaron que esa iniciativa institucional no era tal, sino resultado de una actuación individual. Mi perplejidad aumentaba por momentos. Por eso una vez recuperado mi equilibrio emocional quiero denunciar esta arbitrariedad, pues dispongo de la información oportuna para poder dejar en evidencia la falta de argumentos en las personas que me recibieron.

Todos estos datos y algunos más son producto de mi preocupación como persona que se quiere asegurar de la verdad de los procesos históricos. Y por ello me rebelo contra la arbitrariedad y autoritarismo de las personas que ahora gobiernan FAPA Valencia, como en su momento hice en ocasión de la Asamblea de L´Olleria, en un lejano 1981 que vuelve a mi memoria personal. En efecto, veo muchas semejanzas entre aquel proceso y éste y en el libro encontraba un apoyo documental que es básico para entender la historia de los movimientos sociales.

Por todo ello quiero desde esta tribuna pública dirigirme a todos los padres y madres de alumnos, asociados en las AMPAs a que participen activamente en la asamblea del día 27 de marzo. Me gustaría que se hablara de la necesaria participación democrática desde la base de cada colegio y familia, pues desde ahí arranca el derecho a la educación pública. En estos momentos de superficialidad y poca participación, así como desconfianza en las instituciones hace falta trabajar con seriedad. Esta empieza con la denuncia de actuaciones que son poco democráticas.

Cómo puede ser que un libro que habla de nosotras, de las madres y también de padres de alumnos que hemos luchado por las libertades y derechos públicos, como es el caso de la educación, no se divulgue para conocimiento de un pueblo que necesita recuperar la memoria de personas anónimas que ofrecieron su energía vital para la convivencia democrática. Cómo es posible que una federación que se dice defensora de la escuela pública ofenda al primer principio de la educación como es la libertad de pensamiento y difusión de las ideas.

Malos tiempos para la democracia cuando los que deben defender estos principios los guardan en un armario.