El destino ha querido que casi coincidan el primer vuelo del «Enterprise», la nave en la que se podrá disfrutar de la ingravidez del espacio por 150.000 euros, y la izada de los mineros chilenos a través del tubo, en pos del aire libre. La aventura humana es así, se desarrolla entre esas dos fronteras, la de la tierra y la del espacio exterior, y horada en ambas con uno u otro motivo. Son dos tramos de la escalera por la que en el enigmático sueño de Jacob subían y bajaban ángeles, traficando entre dos mundos y abriendo una vía de escape en el nicho de la colonia humana. Bajo nuestra moral de altura —como en la pesca, la hay de altura y de bajura— nunca hay mayor proeza que la de quienes logran asomarse fuera de la pecera cuyo cristal (como en el Muro de las Lamentaciones) nos pasamos la vida golpeando. Confiemos en que a estas horas ya hayan terminado de asomar la cabeza los ángeles mineros.