La presencia de la genetista valenciana Núria Martí „una prometedora científica que fue despedida del centro de Investigación Príncipe Felipe por la drástica política de recortes impulsada por la Generalitat„ en el equipo de la Universidad de Oregon que ha conseguido clonar piel humana ofrece un retrato muy preciso de las prioridades que se marcan nuestros gobernantes y del modelo económico escogido para regenerar el tejido productivo de la Comunitat Valenciana. La exportación de talento no parece preocupar en exceso a quienes tienen la obligación de pilotar la nave.

Mientras Núria Martí recoge felicitaciones de medio mundo, el flamante edificio que mandó construir el Consell para demostrarle a la comunidad internacional que no sólo eramos capaces de asombrarles con la organización de grandes „y costosísimos„ acontecimientos deportivos sino que también podíamos liderar la investigación científica se ha convertido en una sombra de lo que fue: se construyó sin reparar en espacio ni en dinero con laboratorios bien dotados e infraestructuras punteras y hoy apenas sobrevive con una mínima aportación económica. La ayuda del Consell ha pasado de 9,8 millones a 4,6 millones de euros, 114 de sus 240 trabajadores han sido despedidos y la mitad de las líneas de investigación que se abrieron se han suspendido.

El vacío produce más escalofríos cuando se conoce que se han desmantelado grupos de trabajo y laboratorios dedicados a investigar el cáncer y varias enfermedades degenerativas. Las salas de bajos niveles de contaminación han estado cinco años sin usar y los quirófanos inteligentes ya casi no se utilizan. La calefacción ha de cerrarse para ajustar el gasto energético y nadie puja por el alquiler de los grandes espacios que han quedado desocupados. Vivo retrato, en definitiva, de las grandes inversiones y talentos desaprovechados.