La salida a la calle de determinados asesinos/violadores tras la derogación de la doctrina Parot por el Tribunal de Estrasburgo está provocando una justificada alarma social. Acentuada por el hecho de que su abandono de la prisión se está produciendo de forma casi simultánea, con lo que se da una falsa impresión de excarcelación general; coincide, además, con la liberación de decenas de terroristas con numerosos crímenes a sus espaldas. Padecemos así los efectos del cambalache jurídico montado entre políticos y jueces que resultaba contrario a la ley a ojos vista de cualquier estudiante de primero de Derecho. Y todo porque nadie ha tenido el valor de abordar de forma serena „sin dejarse llevar por el «calentón» provocado por determinados sucesos„ una regulación penal más rigurosa para determinados crímenes que nos igualen con otros países a los que luego, sin embargo, no nos privamos de criticar por sus penas. Pero lo que no podemos es cambiar las reglas de juego a mitad de la partida. Por eso, es el momento de que nos pensemos qué queremos hacer con esos delincuentes.