Las recientes elecciones en Israel (y también en las colonias) no dejan lugar a dudas: el discurso imperante entre los israelíes es el de impedir que haya dos Estados en la zona. Rechazan un Estado palestino y, en el mejor de los casos, ofrecen un archipiélago de bantustanes, al igual que en la Sudáfrica racista, reservado a la población palestina en lo que ahora es Cisjordania.

En lo que respecta a Gaza, la respuesta israelí, tras este verano en el que se amontonaron 2.105 víctimas mortales palestinas, es que ese gueto no tiene futuro. A Gaza le llegarán las calorías justas para que no mueran de hambre, pero sin ninguna esperanza. Tampoco recursos. El gas descubierto frente a sus costas será captado desde la plataforma israelí. Gaza no tendrá pesca, ni siquiera comercio, afianzándose el bloqueo que formalmente se mantiene desde el año 2007, pero que ya antes era intermitente. Siguen sus fronteras cerradas con ayuda egipcia, por tierra, mar y aire, tras la destrucción del aeropuerto de Gaza, construído con la ayuda de España e inaugurado por el expresidente Aznar. Los gazatíes dependerán de la ayuda internacional, de agencias internacionales incluidas las de la Unión Europea o a través de la Unrwa, dado que cerca del 80 % de sus habitantes son refugiados. Eso explica la densidad de su población, ya que muchos de ellos son oriundos o descendientes de los pobladores palestinos expulsados por el sionismo en el año 1948. Se puede afirmar que la comunidad internacional es cómplice de la situación, al no presionar para que se cumplan las resoluciones de Naciones Unidas.

Recordemos que no hay negociaciones de paz. Que lo que hay son continuas expropiaciones de tierras palestinas y expulsiones de sus habitantes. Mientras, la Unión Europea o Estados Unidos se quejan con la boca pequeña de esos impedimentos israelíes, pero refuerzan sus lazos deportivos, eurovisivos y, por supuesto, comerciales con la potencia ocupante. Si revisamos las posiciones occidentales ante otros fenómenos definidos como la ocupación por estado de territorios ajenos, comprobaremos la doble vara de medir.

Todas estas constataciones de ocupación, complicidad e hipocresía son las que han provocado que diversas asociaciones de defensa del derecho internacional se rebelen y pongan en marcha una nueva campaña para lograr otra Flotilla de la Libertad. Ahora, la acción se llama Gaza Puerto Abierto y pretende romper el bloqueo de la franja alestina. Defender el libre movimiento de personas y mercancías desde y hacia Gaza, para que sus habitantes sean iguales en derechos a cualquier otro habitante de este planeta.

Esta campaña, que va a fletar barcos con tripulación internacionalista, parte de la sociedad civil. Va a poner otra vez frente al espejo del cumplimiento y respeto de las leyes internacionales a nuestras autoridades y a la potencia ocupante. Se va a ir a Gaza y las autoridades europeas y españolas tendrán que revisar si se ponen al lado o frente al derecho internacional. Sólo hay un pequeño y a la vez gran obstáculo. Esta campaña necesita el apoyo de otras personas internacionalistas, como tú. La financiación de esta campaña depende de ti. Por eso hemos puesto en marcha una línea de micromecenazgo.