Un amigo mío ha hecho sus cabañuelas y le ha salido que este invierno va a ser muy frío y que, en general, el próximo año será lluvioso. Mi padre hizo su calendario de cebolla la noche de San Juan poniendo sal encima de cada trozo de cebolla con el nombre correspondiente a cada mes. Según esta «técnica», según la sal fuera o no tragada por la cebolla, se deduce si los meses de 2016 serán o no secos. De forma mucho más seria, los sesudos estudios de Met Office nos anuncian un 2016 aún más cálido, «si eso es posible», que 2015. Según ellos, a la tendencia de origen antrópico que dispara las temperaturas de todo el mundo, se sumará uno de los Niños más potentes que se recuerdan. Cuando te metes en el cuerpo de la noticia que habla de este estudio, no digo ya en el estudio en sí mismo, vienen los matices, y es que dicen que, simultáneamente, Europa puede registrar un considerable enfriamiento durante el próximo invierno, aunque el conjunto del año sea más cálido a nivel mundial. Sin duda, lo de menos son los matices, lo principal es conseguir que el ciudadano español medio, aun no recuperado de un julio tórrido, le tenga miedo ya a un incierto 2016. AEMET se ha atrevido por fin a afirmar que el próximo trimestre tendrá temperaturas similares a las «normales» (léase las medias) pero unas precipitaciones elevadas en la fachada mediterránea peninsular. A muchos les puede sorprender que ponga el mismo nivel las cábalas de la sabiduría tradicional y los estudios de agencias refutadas, pero es que yo sigo sin tener mucha fe en los pronósticos a largo plazo, es decir, para más de una semana. Estoy seguro de que han mejorado, pero dos de las grandes agencias mundiales, la europea y la NOAA americana, pronostican cosas contradictorias en cuanto a lo que va a pasar en las precipitaciones en el Mediterráneo Occidental, ya que la primera anuncia un otoño lluvioso y la segunda uno extremadamente seco. En algunos lugares de España podemos decir que, gracias a unas pocas horas de unos pocos días, ya hablamos de un otoño con precipitaciones por encima de la media. Esa contradicción es como la del chiste de los dos hermanos que siempre acertaban el tiempo que iba a hacer, porque si les preguntabas si iba a llover, uno te decía que sí, y el otro que no.

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