E ra la mejor de las cosas para Aristóteles y Píndaro. El pensamiento clásico situaba el agua en lo más alto de su escala de valores. La ONU también, señalando el agua limpia y el saneamiento con el número seis de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para transformar el mundo. Justo tras la igualdad de género, la educación de calidad, la salud y el bienestar, el hambre cero y el fin de la pobreza.

En otros objetivos, como la acción por el clima, la vida submarina o la vida de ecosistemas terrestres, el agua es parte del relato del futuro del planeta, nuestro futuro. Una corriente profunda que recorre nuestros sueños colectivos. Los valencianos lo sabemos bien, como sabemos de las desigualdades que padecemos y del aliento emprendedor que nos lleva a abrir caminos e innovar. Por eso el Consell alineará sus compromisos con los 17 ODS de Naciones Unidas.

Este 22 de marzo, las Naciones Unidas han elegido como lema «El agua y el empleo«, para significar el poder de ambos en la transformación de la vida de las personas. Y porque gobernamos para las personas, ponemos el agua en un lugar preeminente e invitamos a hablar de «cómo queremos gestionar los recursos hídricos en el futuro». De eso hemos hablado e invitado a hablar desde que llegamos al gobierno. Serenamente, sin buenos ni malos, con conocimiento de causa. Hemos invitado por ello también a la ciudadanía a visitar, en un día especial como éste, las principales estaciones depuradoras de las tres provincias.

El agua nos une. Y porque nos une hay que asumirla como un asunto global que ignora fronteras y territorios. Y porque es un problema supraterritorial nos obliga a hacer diagnósticos amplios, generosos y racionales. Reclama diálogo para llegar a consensos, ampliar el campo de visión y adoptar soluciones integrales para no acabar hundiéndonos en un mar de carencias. Para adoptar las medidas que exige combatir y adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos. Para nosotros, una de ellas es desterrar las guerras del agua del escenario social y político.

En este escenario, la gestión a corto, medio y largo plazo no pueden ser sino parte de una misma estrategia, que requiere acercarnos adonde las dificultades son más acuciantes y también donde hay problemas de calidad, como bien saben quienes padecen las consecuencias de la contaminación por nitratos. Y que obliga a tomar decisiones para paliar los efectos de la sequía agronómica, con medidas dirigidas al sector agrario, y el déficit hídrico del monte, con medidas relativas a la gestión forestal.

La gobernanza del agua es un engranaje de competencias que nos ha llevado a plantear ante el Gobierno de la nación la ampliación de la potencia de la desaladora de Torrevieja, para compensar las carencias del trasvase Tajo-Segura. Y a reclamar la reparación de la balsa de San Diego para hacer eficiente el Júcar-Vinalopó mientras completamos la infraestructura postrasvase.

Al mismo tiempo afrontamos un esfuerzo de planificación para cubrir los retos a largo plazo, sin obviar que conseguir agua en cantidad y calidad exige mejor trato de la Comunitat Valenciana en materia de financiación. Recursos hídricos y financieros son parte de una misma reivindicación que mantenemos desde la gestión eficiente y responsable del territorio y el pensamiento puesto en las personas que lo habitan. Superar la situación de injusta financiación que nos aqueja contribuirá a aumentar la resiliencia de nuestro territorio y a disfrutar de manera solidaria del agua y el trabajo merecidos, como proclamamos en el día de hoy con las Naciones Unidas.