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La patria y lo demás

La situación política se ha vuelto muy rara. Se supone que uno debe defender a la patria porque sí, sin esperar nada. Cierto, pero se le defiende mejor si la patria se acuerda de uno cuando la necesita. Los desahucios y la familias sin ningún ingreso nos dicen que el estado, como consejero delegado de la patria, se ausentó de extensos territorios. Y también del aeropuerto de Bruselas, con lo bien comunicado que está, pues no estuvo al quite para repatriar a los españoles afectados por las bombas islamistas. Los autobuses catalanes, en cambio, repatriaron a los suyos. La patria se nota en estos pequeños detalles y no sólo en los desfiles de las FF AA.

La patria, sobre todo, no es ninguna fatalidad geográfica o familiar, sino ciertos valores que para entendernos (y provocar un poquito) llamaré republicanos, que lo mismo puede compartir un esquimal arraigado que un señor de Cuenca o de Helsinki. Tengo claro que esos valores son incompatibles con el fanatismo de cualquier tiranía, teocrática o de paisano, a las que conocemos muy bien por sus ritos y gritos necrófilos y por su adicción al luto crónico. También los SS vestían de negro, hay pequeños detalles que lo dicen todo. Por tanto, con calma y poco a poco, hay que aislarlos y aplastarlos. Llegado el caso y si tengo que morir, me parece que sería una muerte buena y honrosa.

Los valores, los nuestros, necesitan un buen desbrozado para ver en que han quedado. Tenemos responsabilidades, activas o pasivas, en el desmantelamiento de varios países árabes o musulmanes. Rechazamos a los refugiados pese a condenarlos a vivir en ciudades invivibles bajo las bombas de unos o de otros y, muy a menudo, de unos y de otros. Confiar en que Arabia Saudí o Turquía ayudarán a combatir a Daesh es como creer que el pederasta llevará el buen orden al parvulario. Y sobre todo hay que saber que es «lo nuestro» ¿Qué es? Pues, entre otras cosas, un capitalismo de casino que en 2009 -ayer- evitó la quiebra bancaria mediante la inyección de 350.000 millones de dólares de los narcos, los únicos con liquidez. Según Naciones Unidas.

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