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La cena de los idiotas en Les Corts

Seguramente hayan visto esta obra de teatro francesa o quizás su versión fílmica. El argumento se basa en una cena de amigos, que cada miércoles se disputan el honor de llevar a ella al invitado más idiota posible, para proceder a una burla colectiva del personaje. Esta vez eligen a un incauto y extravagante funcionario de Hacienda quien, a pesar de pretender actuar de buena fe, se convierte en algo más que una molestia para el resto de protagonistas. Esta divertidísima pieza pretende ser una crítica a la crueldad de grupo, pero termina haciendo que dicha crueldad parezca poca ante la insolvencia que arrastran los pretenciosos comensales.

El remake que sigue, tiene como cena y marco el debate del pasado jueves en Les Corts, a las que se supondría preocupadas por la continuidad de los servicios básicos valencianos en lo que queda de 2016. En el papel de idiota virtual, el autor de estas líneas. Los actores principales, ahora nada virtuales, son por orden de aparición: Bonig, síndica del PP; president Puig; vicepresidenta Oltra; diputado del PP Ibáñez; y conseller Soler. Para completar, como actores en la sombra: ministro Montoro y cardenal Cañizares.

Empecemos con los antecedentes de la farsa:

a) Los Presupuestos de la Generalitat Valenciana (PGV) de 2016 se aprobaron en Les Corts con un ingreso de 1.325 millones de euros a cuenta de una supuesta modificación del actual modelo de financiación. Pocas semanas después, el Consell presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional (TC) contra los Presupuestos Generales del Estado (PGE) reclamando que en ellos apareciera en la financiación de la GV un aumento de 1.329 millones de euros, apuntados en el Fondo de Suficiencia a ella destinado. Esa cantidad, como se observa, es casi la misma que la insuficiencia financiera de los PGV. Retengan las cifras para seguir el hilo de la comedia. Hace pocos días que el TC decidió denegar el cambio en los PGE ya que acepta la legalidad del actual modelo que dice es «indefinida» y aplicable mientras no se derogue.

b) La práctica de inflar los ingresos de la GV, con las más variadas técnicas de ingeniería financiera, no es una práctica del actual Consell y se une a los déficits que año tras año se han ido generando la era ZOC (Zaplana-Olivas-Camps) que explican la inmensa deuda actual de la GV.

Lo realmente nuevo de este 2016 consiste en que Bruselas mandó parar y ello ha explotado en las manos de los responsables de la GV.

c) Por otro lado, a partir del déficit de 2015, la UE ha exigido un recorte en los gastos previstos para 2016 que ha tomado la forma de un necesariamente impopular Plan de Recortes. Al no haberlo presentado el Consell en el tiempo debido, como sí han hecho otras autonomías, el FLA que le ha ido dando una cierta liquidez está retenido. Ello significa que desde Madrid se pagan determinadas partidas a las que ya se sabe que la GV no va a poder hacer frente, pero que no son las de todos sus proveedores. Es la consecuencia que desde Bruselas se haya dicho de nuevo que hasta aquí hemos llegado, esto es algo así como: solo hay que prestar a la GV por aquello que va a ser su déficit autorizado.

Se levanta el telón donde aparecen: un PGV de 2016 con ingresos ilegales si se quiere hincar el diente un poco más allá de lo dicho estrictamente por el TC (cosa que el PP hace como si la situación actual no tuviera nada que ver con lo decidido en esta tierra) cuyos gastos hay que recortar (cosa que los reunidos en el Botànic no iban a hacer, ya que la foto no era para gobernar en momentos duros) para recibir el FLA y la amenaza de que si no se acaba el año con un déficit que sea la tercera parte del de 2015, la GV puede ser intervenida («¿Quién se va a atrever?». Mira Cataluña). Las inquietudes del idiota para acudir a la cena no eran exactamente idioteces: ¿qué puede hacer el Consell tras las decisiones del TC, de la UE y sobre el FLA? El señuelo era que el PP iba a interesarse sobre ello.

Los micrófonos funcionaban. La primera actriz en intervenir, Bonig, usó un guion pensado más como bronca que con rigor intelectual, y como suele ocurrir cuando las cosas se preparan mal o no se saben, se hizo un lío importante entre las partidas que correspondían a PGE y las correspondientes a PGA, pero allí estaba la pregunta. A continuación, saltó Puig que, sin decir cómo hacerlo, se limitó a afirmar que iba a mantener los PGV, una escueta frase, que el personaje usó para ilustrar las limitaciones de la pregunta del PP. La respuesta de Bonig, lejos de interesarse sobre el fondo del problema, insistió en que estos problemas con el PP no se daban. Fiel a la doble personalidad que caracteriza al Consell, la contra respuesta corrió a cargo de Oltra, quien entre mitinera y contablemente ininteligible, resumió el problema diciendo que los 4 millones de diferencia entre los 1.325 del PGV y los 1.329 del PGE eran la «mordida» del PP. Bonig pide la palabra para proclamar su indignación. El vital tema financiero para los ciudadanos valencianos, deviene en el escenario, lo que parece el signo de estos tiempos: gritos entre personas muy indignadas.

El cuarto actor, Ibáñez, accede al escenario y como si de una victoria se tratase, vuelve a hacer la pregunta sobre la falta de ingresos del PGA, eso sí puro colmillo peliculero. La comedia termina con la respuesta, con más gritos y descalificaciones de Soler diciendo que lo que en realidad se quiere es cerrar colegios y hospitales y que ya había recortado para que llegara el FLA y que todo lo que nos está pasando es culpa de Montoro. El problema a) se acababa de mezclar con el c) pasando por el b). Más que el guion de una buena comedia, era puro teatro del absurdo.

Todo terminó con la siguiente pregunta prevista para el pleno, que maravillosamente tenía que ver con un tema tan trascendente como saber qué pensaba el Consell sobre las opiniones del arzobispo Cañizares. Ante la milagrosa transición de lo financiero a las propias de un supuesto líder espiritual, el idiota se dio cuenta de que se había comportado como tal, de que estaba equivocado, de que en aquellos bancos estaba la solución que en su incapacidad mental no había sido capaz de entrever. Debía aceptar que en lo escenificado por Bonig, Puig, Oltra, Romero y Soler bajo las sombras de Montoro y Cañizares estaba la solución.

¡Qué tropa!

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