Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Zombis en la isla

La escena recuerda a The Walking Dead o cualquier otra serie de zombis, pero no son actores maquillados sino concursantes muy desmejorados. De eso trata precisamente Supervivientes, pero ya casi se me había olvidado. El martes, zapeando, caí en las redes del reality. La gala ha cambiado de día y me pilla desprevenido. Veo cinco personas sentadas en unas gradas selváticas y reconozco a dos, aunque el hambre en la isla las ha convertido en una versión cadavérica, quemada y sucia de ellas mismas. Son Mila Ximénez y Yola Berrocal, dos personajes televisivos veteranos. Una periodista especializada en el corazoneo de Telecinco y una famosa de serie B que ha hecho de todo para seguir siéndolo. Hace casi 20 años se autoproclamó novia del padre Apeles y entre bailes, canciones y romances se ha aferrado a la pantalla hasta hoy.

La imagen, siendo patética de diccionario, es lo de menos. La conversación es lo de más. Mila Ximénez, experimentada tertuliana, arremete verbalmente sin piedad contra Yola. Fundamentalmente la acusa de ser idiota y lo resume afirmando que la chica tiene «medio cerebro». La famosa de oficio no es muy popular entre sus compañeros de convivencia, nunca ha dado la impresión de ser la más lista de la clase y, en vez de defenderse, llora desconsoladamente. Entonces Mila la acusa de usar esas mismas lágrimas para que la salve la audiencia. ¿En qué quedamos, es tonta o una hábil estratega? He visto cinco minutos y me arrepiento. Este juego de supervivencia televisiva no se conforma con hacer pasar hambre a los participantes y la degradación moral puede ser mayor que la física. El espectáculo, una vez más, fue el más visto de la noche por la audiencia soberana.

Compartir el artículo

stats