Dejamos atrás el periodo vacacional a todos los efectos, aunque la climatología se resista a ello, y desde el breve y merecido descanso de toda nuestra organización he agradecido como la información relacionada con el sector de la construcción guarda un tímido halo de optimismo que, ahora, entre todos, administraciones, asociaciones y empresas deberíamos ser capaces de hacer realidad.

En estos días de agosto, y no creo que por un exceso de radiación solar, porque las fuentes consultadas merecen todo mi respeto, hemos escuchado o leído titulares del estilo de ´España necesita construir una media de 100.000 viviendas anuales hasta 2020´, a partir de ese año y hasta 2020, la demanda rondará las 140.000 viviendas, según un estudio del profesor José Luis Suarez del IESE. De acuerdo, no son aquellas 800.000 de 2005, ni tampoco las más de 500.000 por año del periodo 98-2007, ni las 250.000 del periodo 91-97, pero por lo menos se detecta cierto repunte de la media de las 75.000 viviendas por año del periodo, que para el sector ha sido demasiado largo y traumático, comprendido entre 2007-14.

Si a esto le sumamos argumentos como que las hipotecas para compra de vivienda acumulan 25 meses al alza, aunque en estos momentos el incremento de préstamos hipotecarios se debe a viviendas de segunda mano o viviendas propiedad de entidades financieras y no haya apenas repunte en obra nueva o el caso de otras noticias, cuya fuente es el INE, que anuncian que la compra de vivienda crece un 19,4% en junio o el hecho constatado por una consultora financiera especializada que advierte que comprar una vivienda en España, actualmente, sale más barato mes a mes que un alquiler, dicen en general bastante y bueno de un sector denostado como lo ha sido el de la construcción, que si bien ya ha pagado con creces por sus desmanes, aunque estos tuviesen su origen en el sistema financiero, merece ya una nueva oportunidad para aspirar a unos niveles que le devuelvan cierta tranquilidad, solvencia y estabilidad a un sector clave para nuestra economía.

Para ello sería interesante incidir en un cambio profundo de la Ley Hipotecaria y una apuesta decidida por la recuperación de medidas fiscales que incentiven la adquisición de viviendas nuevas y la necesidad de agilizar trámites en todas las labores relacionadas con la reforma y rehabilitación que son las verdaderas dinamizadoras del sector.

Si bien es cierto que los números anteriormente aportados son de mínimos, también es verdad que deberíamos ser capaces por cumplirlos para sentar las bases de un futuro sector de la construcción sólido y que apueste por la sostenibilidad, el medio ambiente, la calidad y la innovación en los materiales, entre otras cosas, y eso requiere contar con el respaldo de una administración cohesionada, al margen de sus colores políticos o de las competencias que tengan. Debe quedar atrás la inacción política, en contradicción con el exceso legislativo al que se nos ha sometido durante los últimos años. Debemos aspirar a una administración, en este caso autonómica, que no sufra infra financiación por parte de una administración estatal que además ha olvidado la necesidad que tiene para nuestra economía y para el conjunto de la sociedad contar con una inversión firme en obra pública. (El punto 4 queda recogido en este párrafo).

Desde luego, si el cambio de modelo productivo de este país pasa por arruinar el sector construcción-promoción, seguiremos teniendo tasas de paro superiores al 20% con los consiguientes déficits por ingresos de impuestos de IVA o cotizaciones de la Seguridad Social que la construcción es capaz de aportar.

No obstante, desde la Federación Valenciana de Empresarios de la Construcción (Fevec) seguiremos impulsando ya en septiembre la necesidad de diálogo con las diferentes administraciones para convertir en realidad las previsiones de un sector, como el de la construcción, que merece una nueva oportunidad para volver a ser motor de crecimiento y generador de empleo.