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Alepo, el hundimiento

Si no abandonáis estas áreas urgentemente, seréis aniquilados. Sabéis que os han abandonado. Os han dejado solos para que os enfrentéis a vuestro fin y nadie os ayudará». A grandes rasgos, este amenazador mensaje fue lanzado hace semanas por la aviación siria en los barrios del este de la martirizada ciudad de Alepo bajo control de las distintas facciones armadas opositoras al régimen de Bachar al Asad. Como una inquietante profecía que anuncia un desastre, el mensaje no mentía. La última ofensiva del Ejército sirio y sus aliados „la aviación rusa, el Hezbolá libanés así como milicias chiíes iraquíes y afganas sostenidas por Irán„ lleva camino de conseguir poner fin a la madre de todas las batallas de la guerra en Siria.

El precio, sin embargo, será elevado. Sólo desde septiembre las víctimas civiles de los ataques aéreos se cuentan por cientos, son miles los heridos en una ciudad que soporta ya cuatro años de enfrentamientos. Dividida desde mediados de 2012 „nunca los rebeldes sirios estuvieron tan cerca de derribar a Al Asad como en aquellos lejanos días„ entre los barrios occidentales bajo firme control del régimen y los barrios orientales en manos de grupos armados opositores, la localidad, cruce estratégico de carreteras y llave del norte de Siria, se encamina hacia un baño de sangre.

Es un hundimiento en toda regla. El frente rebelde se hace añicos cada día que pasa desde hace dos semanas. A duras penas resiste y las tropas del régimen están a tan sólo unos cuantos bloques de edificios de partir en dos la Alepo rebelde. La brutal campaña de bombardeos indiscriminados ha reducido a escombros los pocos hospitales que se atrevían a funcionar en la zona insurgente. Sólo desde el pasado 25 de noviembre la ONU calcula que al menos 25.000 personas han huido con lo puesto hacia los barrios en poder del régimen. Allí al menos no llueven tantas bombas. Allí al menos la destrucción no ha alcanzado cotas de devastación lunar.

Aquellos que sin embargo temen represalias de los matarifes del régimen han huido, también por miles, hacia los barrios del norte de la ciudad controlados por guerrilleros kurdos, que han aprovechado el desmoronamiento del frente rebelde para ampliar su zona de influencia en la ciudad.

No es producto del azar. Los capítulos finales de esta tragedia empezaron a escribirse hace tiempo, ante los ojos del mundo. La demolición sistemática de la Alepo rebelde y sus hospitales y escuelas no se ha hecho en secreto, sino a plena luz del día, para nuestra vergüenza.

Las señales de alarma estaban presentes desde que Rusia envió a su fuerza aérea a Siria en septiembre de 2015. El pasado febrero, la primera gran ofensiva siria con apoyo aéreo ruso consiguió cortar las líneas de suministro rebeldes con Turquía, claves para sostener el frente. Desde entonces, y pese a intentos vanos de imponer un alto el fuego, la presión ha ido creciendo sobre la ciudad. Desde el pasado verano los barrios orientales han sufrido el asedio del régimen. Pura guerra de desgaste. Sin piedad.

Paradojas de la historia, Turquía, sostén de los insurgentes en Siria desde el inicio de la guerra, puede haber sido también su Némesis. La sensación de soledad sentida por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tras el golpe de Estado fallido del pasado julio aceleró el restablecimiento de relaciones con Rusia, congeladas desde el derribo de un caza ruso por un avión turco.

El creciente entendimiento entre Ankara y Moscú puede haber sellado el destino de Alepo y sus habitantes en la misma medida que Turquía y la UE se están dando la espalda y que Donald Trump se acerca a la Casa Blanca con un mensaje de acercamiento a Rusia, principal sostén de Bachar al Asad. Si se confirma este acercamiento, que podría reconducir las relaciones entre ambas potencias „que bajo la presidencia de Barack Obama han llegado a estar en su peor momento desde el fin de la Guerra Fría„ supondría un auténtico giro en la política de Washington con respecto al conflicto sirio.

Sin embargo, en las calles de Alepo, donde a falta de alimentos se come miedo, los arreglos entre potencias sólo auguran que lo peor está aún por llegar. Y está muy cerca.

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