La comunicación política entre la oposición y el gobierno nunca ha sido ni será tarea fácil. La verdad es que , en ocasiones, resulta más sencilla y en otras no. Pero lo que nunca debiera pasar es que fuera imposible. Ahora bien, para que esto último no sea lo que suceda de he hecho entre la Sra. Isabel Bonig y el Sr. Ximo Puig deberían darse algunas condiciones no escritas de la política parlamentaria e institucional, que no por evidentes, al parecer no requieren pública reflexión.

Vamos a ver: Bonig y Puig deberían estar abiertos a acordar todo lo que supusiese intereses generales de la Comunidad Valenciana: financiación autonómica, infraestructuras en nuestra Comunidad por parte de la fuerza inversora de la Administración central del Estado, acuerdos estatutarios y mantener abierto, al menos no cerrado, un canal, no necesariamente personal entre ambos, de comunicación institucional como ocurre en todos los parlamentos de nuestro entorno, tanto autonómico como nacional y europeo.

Soy perfectamente consciente que la Sra. Bonig ha realizado ofertas en este sentido al Sr. Puig, comenzando por la de la elección de socios de gobierno de la Generalitat, que han sido rechazadas. Y también sé, que el Sr. Puig ha pretendido desde el Gobierno que sus propuestas, las suyas, las del Gobierno, fuesen secundadas por la Sra. Bonig. Por su lado la Sra. Bonig le ha ofrecido a Puig su mano en el tema, en absoluto menor, de la financiación autonómica. Pero lo que el Sr. Puig debe comprender, porque saberlo lo sabe de sobra, es que no puede pretender un sí a sus propuestas por parte de la oposición del Partido Popular si antes no está dispuesto a negociar, en serio, alguna con la Sra. Bonig. No hay en ningún parlamento del mundo oposición que firme en blanco un cheque al gobierno. Del mismo modo que no es sino propaganda política ,y no en exceso buena, que los firmantes del Pacto del Botànic digan ahora, tras su ratificación, que esperan que se sumen a su hipotéticas nuevas medida Partido Popular o Ciudadanos. Evidentemente es lo que suele afirmarse cuando uno ni está ni se le espera.

Pero dejando de lado estas fruslerías propias de primero de políticas, lo cierto es que la comunicación entre los principales protagonistas parlamentarios de la actual política valenciana parece muy dificil y habrá que apuntar algunas causas. O al menos tratar de pensarlas antes de que la batalla electoral del 2019 haga irrelevante, obviamente, esta reflexión política que planteo.

El Sr. Puig eligió a Compromis y Podemos como socios de su gobierno. Opción absolutamente legítima pero que colocaba de entrada al Partido Popular, liderado por Isabel Bonig que es y será su Presidenta en la Comunidad Valenciana, muy lejos de entendimiento fácil. Compromis y PPCV casan muy mal. Sobre todo, porque algunos , cometiendo un enorme error político, hacen bascular su discurso fundamental en un constante ataque anti PP. Eso puede dar réditos a corto plazo, pero naturalmente es insostenible en el medio y largo recorrido, como muestran las pérdidas de voto de Compromis, ciertamente importantes y el aumento en votos del PPCV de Bonig muy considerable. No se puede estar haciendo siempre política anti y contra nadie. Termina siendo un boomerang que cae sobre la cabeza de quien así entiende y practica la acción pública.

Descartando pues, el diálogo con Compromis y Podemos, aunque no será porque no se pueda hablar con el Sr. Montiel, al PP de la Sra. Bonig sólo le queda un interlocutor razonable, el PSPV del Sr. Puig. Pero aquí está el problema. Que ese diálogo no se ha producido con la intensidad que a algunos, siempre moderados, nos hubiese gustado.

Y aquí sí voy a arriesgar una hipótesis constatable: es imposible que se institucionalice un acercamiento entre PPCV y PSPV , entre la Sra. Bonig y el Sr. Puig si entre ellos no hay respeto mutuo. Que este es fundamentalmente el problema, y no lo es menor.

Al Sr. Puig puede que no le guste o le suscite especial «apego» parlamentario el modo de comprender la acción política de la oposición por parte de la Sra. Bonig. Y a la Sra. Bonig seguramente tampoco le emociona de modo particular la forma de comprender la política por parte del Sr. Puig. Pero eso sería irrelevante si entre ellos hubiese respeto desde el punto de vista personal y político.

¿Respeta Bonig a Puig? Si, lo respeta. Con independencia de que no comparta ni su visión de la política, ni sus prioridades públicas ni su gobierno ni a sus socios de gobierno.

¿Ocurre lo mismo por parte de Puig hacia Bonig? No lo creo, y este sí es un serio contratiempo. Isabel Bonig merece el respeto personal que su estatus político demanda. De ahí la falta de entendimiento entre ambos. Sabe Ud. Sr. Puig perfectamente de qué estoy hablando.