El registro por parte del tripartito de una Proposición No de Ley sobre el cierre de la central nuclear de Cofrentes en 2021 ha alentado de nuevo el debate, siempre polémico, sobre el alargamiento de la vida útil de las nucleares. Lo que se propone no es nada excepcional, sino lo lógico: que una industria intrínsecamente peligrosa que ha demostrado de nuevo su poder destructor con el accidente de Fukushima, se vaya eliminando según acaba el periodo de tiempo para el que fue diseñada. Lo excepcional es precisamente lo que pretende el Gobierno y las eléctricas implicadas en el negocio nuclear -Iberdrola y Endesa: que se prolongue la vida de las centrales para aumentar la recaudación con unas instalaciones de sobra amortizadas económicamente.

En el debate entran dos argumentos de sobra conocidos: la necesidad de la energía nuclear en un horizonte de cambio climático, por no emitir demasiado CO2 una vez ya construidas, y los beneficios locales que la central aporta a la zona de Cofrentes. Sin embargo, los intereses localistas no deben priorizarse en las grandes decisiones que afectan al interés general, como el cierre o la prolongación de la vida de las nucleares por encima del período de cuarenta años para el que fueron diseñadas.

Ante todo debe primar la seguridad de la ciudadanía: ahora en Fukushima no hay empleo, ni gente, solo hay radiactividad, y para muchos años. Seguro que, dado el caso, el alcalde de Fukushima se habría opuesto al cierre si se hubiera advertido a tiempo sobre la fragilidad de su central ante el riesgo de inundaciones por maremotos. Pero precisamente aquí tenemos a Cofrentes en la zona de inundación del Xúquer, y de hecho ya se anegó tras la rotura de la presa de Tous, todavía durante el período de construcción de la central... Cuánta ceguera estrecha, la de algunos políticos. Y por supuesto, una vez más, el PP se ha posicionado a favor de las eléctricas, aunque ello suponga un mayor riesgo para la ciudadanía. Nunca se dan «todas las garantías de seguridad», señora Bonig. Fukushima es el mejor ejemplo, en el seno de la todopoderosa sociedad tecnológica nipona, que nada pudo hacer ante un maremoto.

En cuanto al cambio climático, en efecto, hay que evitar emisiones, pero hagámoslo a través del ahorro y la eficiencia energética, y acometiendo de forma más ambiciosa el todavía lento proceso de reactivación de las renovables en la Comunitat Valenciana. Esta sería la novena tarea titánica para el Ejecutivo: cerrar la obsoleta central de Cofrentes, a la vez que se desarrolla de forma eficaz una transición energética para lograr lo antes posible un mix eléctrico 100% renovable.