Isabel Bonig accede a la presidencia el 28 de julio de 2015, posiblemente en el momento más difícil del PPCV desde los tiempos de su refundación. En este tiempo, el partido ha mantenido sus estructuras territoriales, ha confrontado dos citas electorales obteniendo en cada una de ellas resultados sensiblemente mejores y se ha dotado de una impronta femenina en sus cuadros. En este tiempo ha tenido que adoptar decisiones valientes y duras en materia de responsabilidades políticas dimanantes de asuntos judiciales heredados, confiando la gestión del partido en la ciudad a Luis Santamaría, que ha conseguido no solo mantenerlo en pie durante las elecciones de mayo, sino dotarlo de una alta movilización y participación patente en campañas como la de valencia escucha o los desayunos de trabajos con militantes de los diferentes barrios.

Llegado este punto el reto que tendrá que afrontar tras el congreso, es el de preparar el partido para que llegue a 2019 en las condiciones óptimas que le permitan ser la primara presidenta de la Generalitat. Esa circunstancia pasa necesariamente por la construcción de un argumentario propio, que conjugue las diferentes sensibilidades del centro derecha y que sea capaz de resaltar un carácter valencianista ofreciendo por igual gestión y defensa de los intereses valencianos. Se trata de reflejar la diversidad de este pueblo actuando como elemento aglutinador en torno a la defensa de su identidad y superando ese estadio primario al actuar también como agente de defensa de sus intereses.

Se trata ahora pues de reforzar al partido como referente del centro derecha en la Comunitat Valenciana, de construir entorno a las siglas un polo mayoritario de defensa de la libertad, la democracia y la igualdad de oportunidades frente a las opciones populistas y como alternativa al inconsistente gobierno del botànic.

Se trata, pues, de reagrupar en torno a un mismo discurso a todas las sensibilidades. A las que representaron la DRV y el PURA en la II República, o AP, UV y el CDS en los años 80 del siglo pasado. Una unión pragmática que ha posibilitado el acceso del poder y no por ello ha de estar ausente de contenido ideológico, sino donde resalten las esencias y principios que a unen a ese bloque.