La Generalitat Valenciana intenta compensar a Médicos sin Fronteras por los 70.000 euros que ha cobrado a esta ONG en concepto de recalada invernal de su buque Dignity en un pantalán de Burriana. El Dignity, junto a otras embarcaciones altruistas, ha supuesto la salvación para miles de emigrantes en los últimos años.

El Dignity es un antiguo carrier de más de cincuenta metros. Es decir, que ocupa su porción de muelle. Pero facturar 70.000 euros por tres meses de amarre a una ONG que salva vidas parece exagerado. Todo indica que se trata de un cruce de actuaciones entre la burocracia y la política.

Mónica Oltra fue la primera en acudir a las llamadas de socorro que venían desde la isla griega de Lesbos ¿Recuerdan todavía la foto del niño Ilhan tendido en la arena como un trapo? Mónica intentó que Mariano Rajoy le permitiera traer a Valencia a 2.000 exiliados de la guerra de Siria en el buque Chios de la compañía Baleària. Su presidente, Adolfo Utor, estaba de acuerdo. Pero el gobierno de Madrid se negó. Porque quería fiscalizar la entrada y porque en ese momento Rajoy y su PP entró en funciones por las elecciones del 20D. El resultado es que España sólo ha acogido al 5 % del cupo de migrantes que tiene asignado. La media europea es del 3,5. Una vergüenza.

El Dignity hace en el mar el trabajo de primera nodriza. A él llegan los refugiados rescatados por otras embarcaciones más reducidas. A bordo del Dignity (sólo por el nombre ya debería tener derecho a descuento), los náufragos reciben asistencia, médica, sicológica, comida? Se les dice: no sabemos qué ocurrirá con vosotros pero de momento bienvenidos a Europa.

La Generalitat Valenciana podría hacer algo más por Médicos. Podría poner a su disposición el velero Tirant I para rescatar refugiados en el mar. Pero esta goleta, que en su día inició en la navegación a miles de escolares, se pudre desde hace dos años en un muelle de Valencia. ¿Por qué? La respuesta no está en el viento.