«Fue de lo más, lo más, sin semejanza, Encumbrándose, a honor de firmamento: Mas, como se erigió para portento, Convirtióse en ruina la esperanza» ( Francisco López de Zárate,1651).

Es la hora de los paracaidistas. Si todo va como está previsto, Emmanuel Macron presidirá la Vª República Francesa. ¿Ganará Macron, perderá Le Pen? Será un nuevo político paracaidista con 39 años. Los mismos que tenía Eduardo Zaplana Hernández- Soro, natural de Cartagena, cuando fue investido president de la Generalitat Valenciana aquel noviembre de 1995. Su padrino ante Aznar fue su suegro Miguel Barceló y el precio Terra Mítica, carísimo jardín benidormí para los valencianos. Fruto de pacto electoral, Zaplana accedió a la más alta institución valenciana de la mano de Unió Valenciana y de Vicente González Lizondo.

Il etait la France. Macron, con su partido En Marcha y el apoyo incondicional de su esposa, Brigitte Tourneux -profesora de teatro- desembarca en la más alta magistratura del Estado francés. El flamante candidato galo tiene sobre su cabeza la responsabilidad de enderezar los destinos de Francia y la trayectoria de la Unión Europea tras el duro impacto del Brexit. Descontado el abandono del hermano inglés, el peso de la economía francesa representa el 17% de la UE, en pugna con el liderazgo germano de Angela Merkel que supone el 25%. Dos titanes en el club europeo a 27 Estados Miembro. Los dos grandes de la macroeconomía europea necesitan el aporte italiano con el 13% y a distancia el 7% de la riqueza comunitaria que añade el Reino de España. Así, entre los cuatro países, sobrepasan el nivel sicológico del 50% del peso económico europeo, que les permite dominar la UE en una singladura delicada.

Coincidencias. Hay confluencia en casi todas las fuerzas políticas para respaldar la victoria de Macron, tras una campaña electoral meteórica. Sorprende que los aspirantes franceses a la presidencia, el conservador François Fillon, el troskista Jean-Luc Mélenchon o el socialista Benoît Hamon, recomienden a Macron para despejar la amenaza xenófoba de Marine Le Pen. Los partidos españoles han seguido sus pasos. Macron les entusiasma. Desde la derecha de Mariano Rajoy y el PP, pasando por la socialdemocracia descabezada que va de Díaz a Sánchez, hasta los multidisciplinares de Albert Rivera, se deshacen en elogios al emergente Macron. Tanta coincidencia en opciones divergentes inquieta. ¿Será Macron un personaje comodín homologable con todos? Albert Rivera y Emmanuel Macron coinciden en su perfil. Ambos son políticos paracaidistas en la realidad de sus países. Los dos han velado sus armas al calor de los grupos de presión financiera. Macron con la Banca Rotschild y Rivera, con la catalana Caixa de Pensions de Isidre Fainè. Coinciden en la edad. El ex ministro de Economía con Valls y Hollande, tiene 39 años y 37 el español, sin experiencia en cargo ejecutivo. Los dos juegan a todas las cartas y se entregan de lleno al posibilismo cambiante según convenga. Son el relevo del establishment. Uno ha llegado a la cúspide y el otro lo tiene todo por escalar. Juntos podrían componer un mix de siglas para una marca deslumbrante: «En Marcha Ciudadanos»: «Allons enfants de la patrie?». Macron ha descolocado a Le Pen autocalificándose de patriota.

Él o el abismo. Macron tiene similitudes con el general Charles De Gaulle, que también era de todo y de nada. Hubert Beuve-Mery, ante la reelección del general para la presidencia de la IVª República escribió un artículo en «Le Monde» en 1965 que tituló con precisión: «Sólo él?» en el que decía, «los franceses y las francesas sólo pueden elegir entre él y el abismo». En mayo de 2017 Emmanuel -en hebreo, el Dios que está entre nosotros- es decir «el enviado», está en la tesitura de despedir a sus hermanos británicos; tensar con su contrincante alemana, Angela Merkel; acercarse a la Rusia de Putin, por si acaso e ignorar las insidias de Donald Trump, obsesionado en dinamitar el liderazgo europeo. De Gaulle ya sabía que con los ingleses, que no se sienten ni solidarios ni continentales, no cabían bromas y que de su incorporación, que vetó siempre, sólo cabía esperar que «al menos habremos adquirido la costumbre de vivir juntos». El ensayo ha durado cuarenta años, sin dejar la libra esterlina y conduciendo por la izquierda.

El efecto Macron confirma que estamos en tiempo de paracaidistas políticos de distintas filias e ideologías. En la Comunitat Valenciana tres paracaidistas en la presidencia de la Generalitat: Zaplana, alicantino tahúr de ventaja; Olivas interino para tapar la salida de Eduardo y Alberto Fabra, comando castellonense de Génova, para enmendar los desmanes de sus antecesores en el PPCV, que sigue en caída libre. Macron tiene más épica.