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Empezar el trato

De todas las salidas posibles a la cuestión catalana, al «referendo soberanista», como ya dicen las televisiones de Madrid en un curioso caso de polinización cruzada, la única que yo no recomendaría es la brutalidad, eso ya lo probó Franco y hubo de ver nacionalistas en Castilla, Cantabria y Canarias y otra carlistada en Euskadi. Y más independentistas que nunca. Hitler trató de exterminar a los judíos pero sólo consiguió que Israel tuviera el primer Estado en dos mil años, y de los más poderosos, con armas nucleares. De todos los besos, el más potente es el que no se da. La patronal catalana Foment del Treball ha hecho una petición insólita: que el Gobierno haga política. De una vez, añado.

Si Quebec y Escocia han celebrado referendos sobre su soberanía, no veo por qué no pueda celebrarlo Cataluña, a no ser que España tenga por genética más limitados sus instrumentos de consulta democrática que Canadá o Gran Bretaña. Cierto, la Constitución proclama la unidad e indivisibilidad de nuestro país, pero en el amplio mundo se han celebrado muchas referendos que eran de carácter consultivo. Eso sería perfectamente legal y abriría la puerta a posteriores negociaciones para fijar un nuevo marco con una validez de, al menos, una generación (los nacionalistas escoceses han sufrido un auténtico descalabro electoral, por haber planteado un nuevo referendo poco después del anterior).

Y no me remonto a viejos y nuevos agravios que conocemos muy bien y de ambas partes, incluso cuando se finge ignorarlos. Se puede apostar por el mantenimiento del status quo como, al parecer, pretende Mariano Rajoy, pues la mera legalidad, en su sentido más obvio, está del lado del poder central, que no puede ni debe ofrecer el espectáculo de su propia inconsecuencia. En ese caso, la estrategia más productiva sería la de mantener líneas cortas de defensa, intervenciones quirúrgicas, minimizar las bajas y no favorecer el martirologio catalán. Y todo esa tarea ingente para encontrarse después con un problema idéntico al que tenemos ahora. Mejor empezar, ya, el trato.

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