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Réquiem por el dinero

La tecnología ha predicho una sociedad sin dinero por lo que postreras generaciones, totalmente sistematizadas, no lo verán ni por asomo. Teléfonos y tabletas procesan tarjetas de crédito y débito y el vil metal, amasado en las arcas del poder, incluido el religioso, muta en cambalache. En manos de una juventud precaria en solvencia crematística queda la reconquista de territorios ancestrales: activando villorrios, barrios y aldeas, promocionando valores más allá de los dinerarios, reaprendiendo artes de subsistencia y creando nuevas fórmulas organizativas y modelos laborales en sinergia con la evolución y el entorno, aplicando los conocimientos adquiridos a través de una ilustración universitaria que no les abre puertas. Generaciones dispuestas a lograr la autonomía.

"Cabe decir que no hay nada más propiciatorio de cambios que la tecnología", afirman M.C. Alvarado López de la Universidad de Valladolid y P. Vidal Silva de la Complutense de Madrid en un trabajo conjunto sobre el papel de la izquierda en la emergencia de evolución creativa. "Suecia lidera la carrera para convertirse en la primera sociedad del mundo sin dinero en efectivo" recoge la periodista Maddy Savage en su artículo para El Mundo (08/10/ 2016). Toda innovación lleva obstáculos asociados, precisaba el joven cirujano torácico Diego Gonzalez Rivas, precursor de una revolucionaria técnica para enfermos de pulmón.

"Un comercio indirecto. Las mercancías iban de tribu a tribu a través de una serie de intercambios. La gente civilizada conseguía turquesas del Norte; los norteños recibían entre otras cosas, plumas de papagayo y semillas. Y, lo que es más importante, había también intercambio de ideas junto con las mercancías: ideas sobre los cultivos, los tejidos, la alfarería, sobre disfrazarse con máscaras aparentando seres sagrados", así describe el premio Pulitzer, Oliver La Farge, estudioso de los indios americanos, lo que someramente puede constituir el nuevo estilo económico exento del tangible monetario. Autogestión para la independencia. Resolución, eficacia, respeto hacia el planeta, valoración del tiempo, diversidad y convivencia tolerante, conforman parte de la respuesta al monolítico poder económico utilizado como roca Tarpeya, desde la que los amos del dinero despeñan programas decentes que palíen necesidades. Dólares, euros, rublos, marcos, coronas, dinares, rupias; dinero con denominación de origen moviliza tratados en la conquista de ganancias astronómicas, un dinero que hace oídos sordos a enfermedades, hambre y respeto a la naturaleza mientras millones de pasmados por un diluvio de datos e imágenes adormecen sus inquietudes, día tras día, año tras año; "la gente no está informada, está entretenida", decía la periodista Rosa María Calaf. ¿Quién se atreve a abandonar la zona de confort? Pocos y pocas son proclives a dar el paso hacia delante, ya sea por edad, enfermedad, falta de seguridad económica, miedo o, en resumen, por indefensión. Pero los jóvenes, con la pasión por el momento que les caracteriza, son harina de otro costal; jóvenes que, si no se les manipula, unen la osadía a la vida, "a los veinte años es signo de inmadurez no saberse revelar contra las rutinas ambientales y buscar las formas más fáciles y sin espíritu de aventura en la manera de vivir", definía el pensador catalán C. Muñoz Espinalt.

Localidades, plataformas ciudadanas, colectivos víctimas de la ruina, acuñan moneda propia: la Hora, el Tych "su paridad está basada en el euro, lo que garantiza liquidez inmediata y seguridad fiscal" ("Castilla y León", 27/11/2013), Sanos, que equivale a una hora de trabajo, Axarco, "se intercambia de todo: productos, talleres, trabajo" ("Andalucía", 04/04/2013), los Jimenos, la Pita. La sociedad empobrecida, crea mercados alternativos potenciando productos kilómetro cero y el cooperativismo altruista en sanidad y enseñanza. Sesudos analistas concluyen que cuando son tantos los "económicamente débiles", significa que el invento no funciona aunque haya quien difunda mensajes eufóricos: "el partido de Mariano Rajoy ha publicado en Twitter un vídeo en el que compara los datos del desempleo con hitos históricos como la llegada del hombre a la Luna, Picasso, la invención del avión o la caída del Muro de Berlín" ("ElHuffPost", 27/07/2017), satisfacción en claro antagonismo con las estadísticas del sociólogo Oscar Iglesias que apunta a que: el "48% de españoles está en riesgo de pobreza. La gente tiene derecho a una vida digna"; pero la fértil pirámide gestora siempre proyecta resortes con los que ceñir correas a fin de mantener el vasallaje, a ello se refiere el director de la revista Ajo Blanco, José Ribas, al dictaminar: "Nos están adoctrinando desde el dinero público".

La pujante juventud, si no se la radicaliza, pone en circulación riquezas que asombran a dinastías poderosas, tal como ocurrió con la principesca y sueba Hohenstaufen, en el siglo XII, sorprendida por los cambios culturales e incluso económicos del entorno relatados por el escritor Otto Zierer en su obra "Alemania: "el comercio precisa del dinero como denominador común, la economía pasa del tráfico norte-sur al este-oeste y del trueque del tráfico monetario. También la Iglesia se adapta rápidamente, pronto funda bancos y extiende todas las manos para conseguir donaciones, multas penitenciales y finalmente la venta de indulgencias. De ese modo se convierte también en una influyente y poderosa entidad financiera internacional". Respecto a la simbiosis dinero e Iglesia, Henri de Lausanne, catequizaba que "tenía como ideal un clero que viviera sin dinero ni honores y ejerciera una función predicatoria", tal como recoge Malcom Lambert en "La otra historia de los cátaros". Henri acabó muriendo en prisión.

El totemismo del dinero, por mor de la tecnología, fenece trasmutado en monedas al margen de la numismática. Wasthapp, sugestiva línea de servicio para el usuario, se implantó exenta de trasiego dinerario al ser aplicación gratuita y, como a todo el mundo las gangas le tientan, su cota de mercado se ha consolidado como soberbia, ejemplo magistral del acrecentado nuevo comercio donde los datos personales son moneda transaccional, ingente información que posteriormente se vende al mejor postor. No existen duros a cuatro pesetas, dice el refrán. Lansing P. Shield, empresario y director del Federal Reserve Bank de N.Y., expuso triunfalmente por todo el orbe sus teorías sobre los precios alimentarios, "a medida que los precios de los alimentos para el consumo vayan bajando, mayor será el dinero que podrá destinarse a otras necesidades, casas propias, cuidados médicos, educación, y el nivel de vida se elevará. Un mundo bien alimentado, es un mundo en paz". Y hablando de dinero, el antropólogo y semiólogo Jesús Martín Barbero dijo: "La política se volvió banal cuando perdió la densidad simbólica, la capacidad de convocar, de sentirse junto a la gente. Se quedó sin militantes y sin convicciones y tuvo que ponerse a buscar dinero para comprar audiencias y venderles sus mercancías"

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