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Repertorio vocal

Mi amiga Rosa Roig me manda una invitación para el día de las chicas escritoras que será el 16 de este mes. Pues no sé si podré ir porque uno siempre tiene algo en el bastidor, como una bordadora más. Hay muchas ámbitos que se han feminizado a fondo: la Universidad, la literatura, la enseñanza, el periodismo. Las chicas desembarcaron en masa en el periodismo cuando había dejado de ser una pasión de horizontes, que más se ensanchan cuanto más se persiguen, aunque no creo que haya una relación causal. Cuando empecé con el yoga estábamos equilibrados los hombres y las mujeres; ahora hay días que me dejan sólo ante el mujerío. Tuve un tiempo un compañero, muy guapo, que escapó al percibir que algunas lobas le miraban como mira un párvulo un petisuís.

Hace poco llegaron dos hombres más. En el vestuario, lugar de confidencias, uno de ellos, profesor, me dice que por chanchullos administrativos del antiguo régimen le largaron a Pilar de la Horadada, el lugar más lejano al que se puede ir, visto desde Valencia (o visto desde Anchorage, Alaska). Deja la vida familiar y emigra. Ahora, con los nuevos tiempos (se espera), ha vuelto al sitio que le corresponde: «Aunque no creas: te machacan el corazón. Si llamas a un padre para decirle que su chico no pone interés, te contesta: ´Si es para decirme eso, no hace falta que me llame´. Eso si no te piden que lo hables con la madre». En efecto, aunque hemos roto muchas barreras para bien, el de padres es la única dedicación de alto riesgo para que no se exige carnet ni formación reglada. Eso sí: los niños pueden hacerse famosos en Master Chef o, ya creciditos, en Gandia Shore.

Nuestra compiyogui Celia disertó sobre Sexualidad y nuevas tecnologías. Yo, que me inicié en el sexo con el bonito manual (más manual que bonito) El libro de la vida sexual de López Ibor, más que por las técnicas, nuevas o viejas, me siento fascinado por el repertorio vocal del sexo que, siendo tan reducido, abarca todos los registros expresivos y géneros, desde la plegaria asertiva (¡Dios, dios, sí, oh, dios!) hasta el gruñido úrsido: Grrrrrr.

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