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Oídos sordos

Los independentistas siguen fiel a su hoja de ruta, que no es otra que declarar la independencia, se aplique o no el artículo 155 de la Constitución. Poco o nada les importa el más del millar de empresas que se han marchado de Cataluña (1.300, según la patronal de pymes), la caída de la ocupación hotelera en un 30% y de las reservas en un 50%, las menores ventas en el comercio minorista o la caída de la venta de coches en torno al 30%, por citar solo unos ejemplos, de las consecuencias económicas del desafío independentista y el impacto en la economía catalana, tan solo unas semanas después del 1-0, con lo cual es de presuponer que las cosas no han hecho más que empezar y podrían empeorar aún más la situación, de cara a una declaración unilateral de independencia.

Una economía, próspera y competitiva, de gente emprendedora, abierta al exterior, con un enorme potencial de creación de riqueza se puede desmoronar en cualquier momento, si persisten en esa locura de separarse de España, sin ningún reconocimiento en el exterior, es decir, fuera de la UE y del euro.

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