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Los aprendices masocas

Estaba yo muy afanada intentando trabajar en el ordenador cuando la cara de Pitita me ocupó toda la pantalla.

-Hola, nena- me dijo aquella cara inmensa en tiempo real- ¿te pillo en mal momento?

-No, qué va- mentí yo con muy mal fingida hipocresía.

-Es que, sabes, he descubierto una aplicación muy divertida que te permite localizar a tus amigos e interactuar con ellos en cualquier momento y, de todas, todas, necesitaba hablar contigo. He pasado una noche horrorosa por culpa de una pesadilla€

-¿Y eso?- pregunto ya resignada a perder el texto interrumpido.

-Figúrate, chica, he soñado que era una concursante del programa "Maestros de la costura" y Lorenzo Caprile me reñía muchísimo. Él y el resto del jurado, esa chiquita del flequillo, y el otro muchacho, Alejandro, me habían ordenado customizar un mono de seda en quince minutos y yo, apuradísima, le cosía algunos parches de colores. Entonces venían todos ellos, con cara de muy mala uva, a ponerme más nerviosa todavía, y zaherirme:

-Pero, Pitita, ¿Se puede saber qué haces?

-Pues customizar el mono, o sea, lo estoy poniendo en plan "Custo".

-¿Ah, sí?- replicaba Alejandro con sangrante ironía- pues sabes lo que te digo, que esa birria tuya parece uno de esos trabajitos manuales, de los que hacías en el colegio para el día de la madre.

Casi, casi me puse a llorar de lo mal que me sentía, cuando Caprile añadió:

-Estoy completamente de acuerdo con Alejandro. Me da horror ver cómo destrozas ese mono de seda. Eres la peor concursante del programa.

-Lo que pasa, Lorencito -le repuse- es que eres un misógino.

-¿Lorencito?- ¿cómo te atreves a llamarme así, a mí que soy el árbitro absoluto de la gran costura?

-Te llamo así porque te conozco de toda la vida ¿qué pasa? Y, por eso, sé cómo eres; misógino, misógino y más que misógino.

-¿Me vas a llamar misógino a mí, que me ocupo de embellecer a las mujeres?

-Te lo llamo a ti y a todos los modistos, que sólo queréis que las mujeres estén muy delgadas para que no le gusten a los hombres. Por culpa de tus diseños, la reina se ha quedado en los huesos, que, para poder meterse en tus vestidos, ya no come nada la pobre ¿y sabes lo que te digo? Que la mujer ha de tener sus redondeces. He ido a una exposición de Picasso y Fellini y ya se ve que les ponían muy surtiditas de todo€Esos sí que eran unos artistas machotes.

-¿A una exposición? ¿Te estás volviendo intelectual, Pitita? De veras que me decepcionas. Lo mismo hasta eres ya feminista. Tú sí que has cambiado.

-He cambiado, sí, ahora soy una artista de la pluma y veo las cosas de otro modo.

-¿Una artista de la pluma? Ya se te ve, te estás volviendo intelectual y machorra.

-Y tú un misógino machista.

-Y tú una homófoba, que eso es peor todavía.

O sea, que imagínate, nos insultamos un montón el uno al otro toda la noche, menuda pesadilla, me he levantado medio muerta.

Me pongo a pensar en "Maestros de la costura" y otros concursos similares de los que es secuela, como "Operación Triunfo", "Tu cara me suena" o "MasterChef". Básicamente se trata de que un jurado implacable acaba con la autoestima de unos principiantes de lo que sea, a base de comentarios sangrantes y descalificaciones, se entiende que por su bien y para que aprendan de verdad. Un método, que fue condenado hace la pila de años en las aulas por cruel y desmotivador y ha pasado a los platós como lo más de lo más.

O sea, esos mismos chicos a los que, según la pedagogía moderna, hay que tratar con guante de seda en colegios e institutos para que no se traumaticen y colmarlos de elogios y menciones a fin de que aprendan con el estímulo de la motivación, son capaces de ponerse luego a las órdenes de un jurado durísimo que los somete a exigencias inflexibles, dedicándoles toda clase de ironías y sarcasmos humillantes, mientras agachan la cabeza con una sumisión masoca y borreguil, pues resulta que admiten que en cuestión de aprendizaje, la letra con sangre entra, y quien dice la letra, dice el sofrito, el cante o el baile o la aguja ¿Les va la marcha o es sólo una moda? Si es una moda, es una moda antiquísima, la del maestro Ciruelo que mandaba hacer copias o ponía a los niños indisciplinados de cara a la pared y se burlaba de los torpes.

En fin, el sadomasoquismo como práctica, como esencia vintage en pleno siglo XXI; hacer daño o sufrirlo como en las básicas leyes depredadoras y animalescas ¿pero qué pasa con los hedonistas? ¿con los librepensadores? ¿con los autodidactas? ¿con esa gente que aprende a su libre albedrío y por placer? El hedonismo tiene sus días contados. O siempre los tuvo, por algo fracasó la Institución Libre de Enseñanza. Un ideal sin reprimendas, sin castigos, que transcendía a la propia naturaleza humana. Sin exámenes, nadie estudia. Sin recriminaciones, nadie se pone las pilas ¿por qué?

-Oye, chica, ¿estás ahí?, mira, que he pensado yo en algo para sacarme el disgusto de lo de Caprile ¿Sabes que he descubierto una ostrería fantástica en Barcenillas y muy baratita? Se llama Los Reyes ¿Vamos a tomar el aperitivo? Las ostras no engordan, pero igual si sí. Hay que vivir la vida.

-Claro, Pitita, allá voy, dame cinco minutos.

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