Hablar de deuda es como mentar la bicha en este atribulado tiempo nuestro. No nos referimos a una hipotética deuda, pública o privada, interna o externa que un barrio tan querido como vapuleado pudiera tener. Hablamos de una deuda intangible pero inmensa que el Canyamelar tiene con el Arte y con la Semana Santa, la marinera, la nuestra.

De hecho, si no fuera por la Semana Santa Marinera y por las hermandades, cofradías y corporaciones pertenecientes a la Junta Parroquial de Ntra. Sra. del Rosario puede que el topónimo Canyamelar fuera ya solo un desvaído recuerdo anidado únicamente en el cerebro de algunos ancianos del lugar. Afortunadamente no es así desde hace casi un siglo, lo cual debemos agradecer a quien corresponda al mismo tiempo que celebrarlo, comprometiéndonos todos aquellos que nos sentimos canyameleres y canyamelers no solo a mantener viva la identidad de este viejo barrio del antiguo Poble Nou de la Mar sino a mejorarlo y potenciarlo en lo posible.

Lo dicho está corroborado por la historia, recurriendo para su demostración a testigos y, a la vez, actores de esos hechos. Un nombre que merece ser citado con agradecimiento es el de un periodista valenciano profundamente comprometido con la cultura y tradiciones de los barrios marítimos de Valencia así como con los valores democráticos, lo que le valió morir en el exilio mejicano: Joaquín Sanchis Nadal (1906-1972). Éste escribió en el nº 91 (7 de abril de 1928) de la revista La Semana Gráfica: "La organización de estas fiestas [las procesiones y actos de la Semana Santa] dejaba mucho que desear hace algunos años. Las cofradías se constituían aisladamente, dentro de cada parroquia, sin que entre ellas existiese la menor conexión ni inteligencia. Esto daba por resultado el que la evolución que venía notándose en estos legendarios y típicos festejos se hiciese lentamente. Pero por fortuna se ha impuesto el buen sentido, y ya el año pasado comenzó a iniciarse una corriente de unión entre las cofradías de cada parroquia, unión que ha culminado en la fundación del Comité Central de Fiestas de Semana Santa del distrito del Puerto, admirable organismo que ha llevado al máximo esplendor a estas fiestas, que por su incontrastable belleza y por la cantidad de arte que en ella se hace gala hace mucho tiempo que debieran haber salido del anonimato en que hace poco se encontraban sumidas.

Pecaríamos de injustos si no dedicásemos unos párrafos, con ocasión de hablar del Comité Central de Fiestas, a la gloriosa sociedad Patronato Musical, que es quien ha llevado a la práctica la unión de las cofradías y hermandades de las tres parroquias, tarea harto difícil que únicamente podía realizarse estando animados de un entusiasmo y de un cariño por las fiestas verdaderamente notable.

Únase a esto la circunstancia de que el Patronato Musical fue quien inició el resurgimiento de la Semana Santa en el Cañamelar en la época en que languidecía lentamente y se verá claramente la justicia del aplauso a que se hace acreedora esta notable asociación, aplauso que de todas veras le tributamos cumplidamente?

Como ya se ha apuntado, hoy son los colectivos semanasanteros los que todavía ostentan en sus estandartes y banderas el nombre del barrio en el que está ubicada la parroquia de la que forman parte, siendo los que muestran Canyamelar en sus enseñas la Corporación de Pretorianos y Penitentes; Hermandad del Santo Sepulcro; Real Hermandad de la Santa Faz; Hermandad de la Crucifixión del Señor; Hermandad del Santísimo Cristo de los Afligidos; Hermandad de Vestas del Santísimo Cristo del Buen Acierto; Hermandad del Descendimiento del Señor; Real Cofradía de Granaderos de la Virgen de la Soledad y la Hermandad del Santo Sepulcro.

Otro tanto hay que decir del Ateneu Musical del Port, heredero directo de aquel Patronato Musical de Pueblo Nuevo del Mar, que muestra, con legítimo orgullo, un Canyamelar escrito con mayúsculas en su fachada.

Ello significa que ambos colectivos siguen manteniendo su inquebrantable compromiso con el barrio, trabajando conjuntamente por él y desde él, lo que supone que la deuda sigue ahí y creciendo, correspondiendo al Canyamelar en su conjunto, primero reconocer y después ir amortizando tan valiosa ayuda.