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Un libro de feria

Uno de los volúmenes con más polvareda está siendo el del baqueteado periodista Arcadi Espada que, en torno a Francisco Camps, responde a un título cortito y de lo más comercial: Un buen tío. Si por ser residente, no como el autor, tiene dificultades para situar al ínclito, le diré que el buenazo en cuestión es el que hace un mes le echó el muerto a quien lo dejó al frente del garito, endosándole la autoría de introducir a la trama Gürtel y al exbigotes, Álvaro Pérez, en el territorio que bendijo Benedicto XVI durante una visita, que low cost quizá no fuera, del único Papa que dimitió en los últimos seis siglos.

Sí, Arcadi ha dado en la tecla. Camps es tan bendito que su testimonio puso a huevo a su antecesor la escapatoria. Zaplana anduvo ocurrente en la respuesta al dedo acusador que lo señaló en la Audiencia Nacional: «De ser cierto lo afirmado por el señor Camps, sería en lo único que habría seguido mis directrices». Lo que estará pasando este hombre de bien leyendo el perfil fidedigno que han trazado sobre él al tener que aceptar que el gran ideólogo de su gobierno permanezca en la trena por haberse metido en el bolsillo seis milloncetes destinados a la ayuda de los países necesitados. Y además de ello, sobrellevar las fatiguitas de sus entrañables Cotino y Fabra, así como la del centenar de imputados cercanos por untarse, a lo que hay que añadir el trío de procedimientos por los que está siendo él mismo investigado y que podrían hacerle un traje. Pero, a diferencia del papa, el bonachón de Camps no renuncia a pontificar desde el Consell Juridic Consultiu por más de 75.000 euros al año garantizados hasta 2026 en agradecimiento a dejar la Comunitat como la dejó. Si esto no es una criatura virtuosa, justa y servicial, merecedora no de uno, sino de varios tomos, que venga Dios y lo vea. Sobre Zaplana, que no ha ido ni como invitado a proceso alguno y al que la mayoría de medios vitoreó por el interés más desinteresado, habría que preparar entonces otra novedad editorial. Propongo Un santo varón. Lo sobrecogedor será escribirlo.

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