El estreno de Entre dos reinos, el enésimo proyecto de Presidencia de la Generalitat como productora de series y películas en torno a prohombres valencianos—antes con TVE y ahora para TVV— no ha hecho sino encender más aún las alarmas sobre el control que ejerce la Administración sobres estas producciones, el gasto que suponen, la rentabilidad social y los mecanismo de supervisión de los propios proyectos en sí. Los criterios que se siguen en las adjudicaciones son una nebulosa.

En el caso concreto de esta nueva entrega dedicada al Padre Jofré ya no sólo las dudas surgen por la cuestionada calidad del producto, como así reflejaban los asistentes al preestreno del pasado lunes, sino por los errores históricos que aparecen en su contenido. A ello hay que añadir una dirección e interpretación también cuestionada y haber perdido la oportunidad de dejar constancia sólida de una época y una serie de personajes claves de la Historia de Valencia. 1.6 millones ha sido su coste.

Pero es que éste es sólo un ejemplo más de los criterios de Presidencia a la hora de valorar sus inversiones. Y es que más de 30 millones de euros lleva gastados la Generalitat Valenciana en encargos de este tipo y curiosamente el director de Entre dos Reinos y la productora de la misma Trivisión han sido dos de los más afortunados del reparto. Miguel Perelló, como ya adelantó este diario hace unos meses, ha recibido encargos por valor de más de diez millones de pesetas, además de la concesión de programas de la televisión autonómica. Se da la circunstancia de que algunas de sus películas han sido de las que peor paradas han salido por parte de la crítica. Frente a otros proyectos fallidos como la película en torno a Severo Ochoa, Martín y Soler o Ausiàs March, bien es cierto que otros han salido mejor parados y su rentabilidad cinematográfica y social aún se valoran.

Tal es el caso de las cintas basadas en Blasco Ibáñez o las propias biografía de Sorolla o el escritor republicano. El caso más reciente es el de la vida de Tarancón que salvó con cierta nota su estreno y Canal 9 y Presidencia de la Generalitat organizaron en torno a ella todo tipo de gestos para su promoción.

En el caso de Entre dos Reinos se da la circunstancia de que Canal 9 ya advertía ayer que no existía fecha alguna prevista para su proyección por la pequeña pantalla y que, además, emitirá lo que debían ser sus dos capítulos—su metraje es de 120 minutos—de golpe para pasar página y evitar pérdidas de audiencia de un día para otro, como reconocían algunas fuentes.

Todo estos hechos no hacen sino agudizar la ausencia de una política cinematográfica clara y su dispersión, gastos que se multiplican si se atiende a los resultados de la Ciudad de la Luz, un complejo en continuas pérdidas.