Los campos de caquis que riegan con agua del Magro sufren desde hace unos años un problema que afecta directamente a la producción y que los agricultores atribuyen a la elevada salinidad de estos caudales. «Este año ha sido un desastre, se ha repetido lo de años anteriores», resume un técnico agrícola de la zona, mientras relata que las hojas de los árboles se empiezan a secar «y el fruto deja de crecer». «Afecta mucho al calibre, tienes un número de piezas elevado, pero con un calibre del 50 %, frutas que se quedan de 150 o 200 gramos, aunque depende de las parcelas», apostilla el presidente de la Acequia Aledua Mare de Llombai, mientras relata que gracias a que se activaron los pozos de sequía por la escasez de agua ha habido parcelas que han regado con agua de mejor calidad «y lo han notado menos».

«Depende del año, pero si no llueve se empieza a secar la hoja y el fruto deja de crecer y, según comentan los técnicos de calidad, ese fruto tiene menos vida comercial, es un fruto más delicado, tiene menos persistencia», incide Adam. El edil de Agricultura de Alfarp, Paco Pardo, no duda atribuir también a la salinidad y la mala calidad del agua este problema.

Vicent Adam, no obstante, no duda en señalar que «lo más importante es tener agua y luego, si no podemos tener caquis, tendremos que buscar otros cultivos que lo toleren mejor», apuntó el presidente de la Acequia Aledua Mare de Llombai, que reivindica un cambio en la concesión del agua para sustituir el caudal del Magro por el del Canal Júcar-Turia.