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Una orden del Consell obliga a alejarlas al menos 4 kilómetros

La relación entre agricultores y apicultores valencianos entró en una fase de recelo desde que los investigadores descubrieron que la polinización que realizan las abejas al ir de flor en flor echaba los los suelos los esfuerzos por producir naranjas sin semillas, mucho más demandadas por el mercado, tanto el interior como el de exportación.

La Generalitat, como Administración competente, ha tenido que mediar en ese conflicto y decretó el pasado 16 de marzo que las colmenas de abejas debían estar a no menos de cuatro kilómetros de las áreas plantadas de cítricos.

En los casos en que el apicultor logre el consentimiento previo y por escrito de todos los propietarios agrícolas en un radio de un kilómetro desde el punto donde se encuentren las colmenas se podrían mantener. En el caso contrario «se entiende un asentamiento de colmenas en una ubicación prohibida» y como consecuencia la Generalitat podría iniciar expedientes de sanción a los propietarios. s. s. gandia

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