Posiblemente, la cara menos amable que esconde el descenso del paro de los últimos años es el precio que está pagando la sociedad para que esto sea así. Y es que, en muchos de estos nuevos contratos se crean en detrimento de las condiciones laborales.
De primeras, el 92 % de las nuevas contrataciones fueron temporales, es decir, por semanas, días e incluso por unas pocas horas. Cada uno de estos contratos computa en términos de estadística del Servef. Esto ocurrió en diciembre pero no es una excepción, en tanto que es la tendencia de los últimos años. De hecho, ha habido meses en que el porcentaje a favor de los contratos con fecha de caducidad ha ascendido incluso hasta el 98 % del total.
Por otra parte, si hay algo que el mercado laboral de la comarca de la Safor no logra superar es la temporalidad. Como se puede apreciar en el primero de los gráficos que acompaña esta información, los ciclos se repiten cada año. En junio y julio, ante la campaña estival baja el paro y luego en agosto y septiembre vuelve a subir para empezar un nuevo descenso en los meses siguientes gracias a las contrataciones de la campaña de recolección de la naranja y, sobre todo, la de Navidad. Así es en la gran mayoría de los años analizados.
Los servicios, el turismo y la campaña de recolección citrícola son, por tanto, los únicos sectores que tiran del empleo en la comarca de forma puntual, después de que la grave crisis se llevara por delante la construcción, reducida a la mínima expresión en lo que a obra nueva se refiere, y una industria que ha sido incapaz de reponerse a un golpe tan duro, algo que se ejemplifica en los importantes problemas que sufren o han sufrido la mayoría de las grandes empresas manufactureras que daban trabajo a miles de personas en toda la Safor.
